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El desarrollo de la inteligencia de los niños va más allá de las notas finales

Entrevista a la psicóloga Rosa Jové: "El éxito en la vida no está garantizado por el éxito académico"





Los padres buscan lo mejor para sus hijos, esto es evidente, y en ese tortuoso camino donde se mezclan tantos aspectos de la vida el manual de cómo hacerlo aún no se ha inventado. Porque la educación es una tarea compleja donde tal vez no haya fórmulas mágicas, pero sí pautas muy sencillas que precisamente por el mero hecho de serlo muchas veces pasan desapercibidas por los progenitores.

Esas evidencias resultan clave para el desarrollo de la inteligencia de los vástagos según cuenta la psicóloga Rosa Jové, especializada en psicología clínica infantil y juvenil, en su último libro Todo es posible (Ed.Temas de hoy).
En opinión de la autora existe un problema de concepción, ya que normalmente los padres asocian el éxito académico con el éxito en la vida, esto es, el hecho de tener buenas notas es sinónimo de felicidad y al mismo tiempo es garantía de que el día de mañana los hijos sean hombres o mujeres de provecho, sin embargo esta idea es errónea. Ahora bien, ¿sabemos por qué?
La misma Rosa Jové respondió a Clavesdemujer esta cuestión, a la par que tuvo una interesante conversación con ella :


“Lo importante en esta vida es la felicidad y el sacar buenas notas no proporciona este estado. Hoy día sabemos que el éxito en la vida no está garantizado por el éxito académico, por ejemplo ¿cuántos universitarios se tiene que marchar fuera porque no encuentran trabajo? Saber hablar con la gente, hacer frente a los problemas diarios… ese es a mi parecer el legado más importante que puedo dejar a mis hijos. Estoy segura además de que un niño que sepa manejarse en el ámbito emocional, porque sabe hablar, escuchar, lidiar en cada situación, tiene también el éxito garantizado, porque ser poseedor de todas estas cualidades ayuda a abrirse un camino en este mundo. Es razonable que los padres quieran lo mejor para sus hijos y que los apunten a inglés, ballet, música…, pero no nos damos cuenta que el exceso de actividades puede provocar que los niños se cansen más, con lo cual bajarán su rendimiento y además pueden terminar odiando aquellas materias a las que sus padres les han apuntado. Al mismo tiempo, otros aspectos más importantes como enseñarles a ser felices o sortear los problemas de la vida no se trabajan.”
 

¿Qué opinas entonces de todas estas actividades que existen de estimulación temprana, son realmente efectivas?

Rosa Jové
El que los padres intenten hacer cosas para que sus hijos sean mejores me parece algo bueno, pero es importante tener en cuenta cómo se lo toma el niño. Si resulta que le has apuntado a varias cosas, disfruta y está contento, perfecto, pero si ves que se agobia, que antes le gustaba bailar y ahora no, o que hace unos días le encantaba la música y después de apuntarle la rehuye, pues es que algo pasa. Lo que no saben los padres es que un niño agobiado va a odiar eso que está estudiando.

En Todo es posible, hablas de distintas etapas en el crecimiento de los niños y cómo abordar estas cuestiones en ellas, ¿podrías indicarme brevemente lo más importante en cada una?
 
1. Hasta los dos años, lo esencial es atender sus necesidades: la alimentación es a demanda; si no se encuentra bien en una postura, le cojo; si llora, le presto atención… que el niño se sienta bien, atendido, satisfecho, que le hagamos ver lo valioso que es para nosotros, y que cuando tenga una molestia se la solucionemos. Estos pequeños crecen con la autoestima fuerte, con seguridad, capaces.
Antes de los dos años es mejor no tener una mala experiencia porque en ese periodo el cerebro no tiene memoria, entonces al no poder identificarse, las vivencias negativas queda ahí flotando, es lo que se conoce como memoria implícita, y no se puede saber con exactitud por qué el niño puede tener determinado problema.


2. A partir de los 2 y hasta los 6 años, los niños empiezan a razonar, ya tienen memoria y lenguaje, y deben sentirse comprendidos. Hay que explicarles las cosas. La idea es que en el momento en que empiezan a razonar tengo que hacerles ver que comprendo sus motivos de por ejemplo no irse a bañar o de seguir jugando, pero al mismo tiempo tengo que hacerles entender mis motivos para que dejen de hacer una u otra actividad y si no los aceptan habrá que intentar pactar. De este modo, los niños aprenden que los problemas se solucionan hablando, dialogando, pactando y que puede haber distintos puntos de vista de un mismo hecho.


3. Y una vez cumplidos los 6 años si se ha trabajado todo esto, ya todo viene rodado. En todo caso, en este periodo es bueno explicarles que por un lado existen normas ya sea fijas o arbitrarias, que se cumplen en función de las circunstancias, y normas sociales que son las que ayudan a moverse en la vida.

 

Los padres son los máximos responsables de la educación de sus hijos, pero ¿crees que las escuelas también deberian modificar y actualizar su forma de enseñar?

El exceso de actividades puede bajar su rendimiento
Hablando en general, porque hoy día encontramos grandes proyectos educativos y grandes maestros que están cambiando la educación, parece que aún se mantienen las mismas pautas de hace 30 años que era cuando yo estudiaba, y el mundo ha cambiado. Tenemos un acceso a la información diferente, unas formas de comunicarnos distintas, Internet… Las informaciones son muy controvertidas y a veces el hecho de lanzar un debate en clase para que los chicos busquen informaciones contradictorias y hallen la más adecuada, enseñarles a diferenciar una buena información que corra por la red de una mala, eso sería vital para ellos casi tanto como saber inglés porque se van a encontrar en un mundo completamente informatizado en el que no se pude creer todo lo que circula en la red o, incluso, ver que ésta es una gran fuente de información o de consulta, saber en qué páginas se puede confiar. Tienes que saber dónde buscar la información y por qué unas cosas te las puedes creer y otras no.

Por último, dime dos pautas básicas para desarrollar la inteligencia emocional de nuestros hijos.
 
Una de ellas es el modelo que les demos nosotros. Ellos miran y copian mucho de los padres. Si nosotros gritamos, no sabemos enfrentarnos a los problemas, nos estresamos enseguida, etc. nuestros hijos no serán tan hábiles que si somos unas personas que espontáneamente tomamos resoluciones, hablamos de los problemas…, en cuyo caso nuestros hijos serán más rápidos socialmente. Se trata de preguntarse cómo actúo yo para que mi niño aprenda más.
Y luego el amor. No me canso de decirlo, las personas movemos el mundo por amor.  Dales amor a tus hijos y ellos también moverán el mundo por amor.

Hay muchas herramientas, pero estas son tan básicas, dar cariño es tan simple, que muchas veces la pasamos por alto y pensamos buscar otras alternativas más complicadas cuando la base realmente es muy sencilla. 


 

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