En general, estas cuestiones suelen ignorarse, pero hoy día hay instituciones o personas que de vez en cuando se encargan de quitarnos la venda de los ojos y al menos nos ayudan a pensar en cuán nocivas pueden ser algunas de las sustancias que nos rodean.
Hogares sin tóxicos
El aire de los hogares puede ser más tóxico de lo que
creemos, tal y como plantea en su obra Hogar sin tóxicos, Carlos de Prada, una
idea avalada por la Fundación Vivo Sano.
La mayoría de los elementos tóxicos de los productos tienen
que ver con las propiedades de conservación, olor, moldeabilidad, textura,
mayor resistencia al fuego, propiedades antimanchas o hidrófugas, etc. Estas
sustancias perjudiciales suelen ser ftalatos, bisfenol A, retardantes de llama,
compuestos perfluorados, etc.
Los productos de limpieza son los más nocivos y quienes más
sufren sus consecuencias son niños y mujeres embarazadas.
La solución para reducir estos elementos que pueden
perjudicar la salud ( con la aparición de asmas, alergias, problemas
reproductivos, etc.) es más sencilla de lo que solemos pensar e incluso en
muchas ocasiones supone una disminución de costes importante. Estos son algunos ejemplos:
- Reducir el número de productos de limpieza. Evitar los de spray y apostar por los ecológicos (leer bien las etiquetas).
- No a los ambientadores sintéticos.
- Ventilar a diario la casa.
- No abusar del PVC.
- Pinturas ecológicas.
- Decorar con muebles elaborados con materiales naturales (huir de las maderas de conglomerado, pues algunas contienen un gas tóxico llamado formaldehido).
- Procurar no dormir cerca de dispositivos móviles, tablets, ordenador...
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