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El misterio de la reina-faraón Hatshepsut desvelado gracias a 'Las lágrimas de Isis' Antonio Cabanas

Las lágrimas de Isis (Ediciones B) de Antonio Cabanas llegó a mis manos de casualidad, sin haber leído anteriormente nada de este autor de varios bestsellers tales como El ladrón de tumbas o La conjura del faraón, entre otros. Por los títulos se puede intuir claramente que el escritor es un apasionado de Egipto, y de hecho desde el año 1990 es miembro de la Asociación Española de Egiptología. Este excomandante de la compañía Iberia, donde trabajó 36 años, ha sido capaz de transmitir los entresijos y la cultura egipcia a través de su novelas históricas en donde plasma sus conocimientos y sus investigaciones exhaustivas. En esta de la que ahora voy a hablar narra la historia de Hatshepsut, una mujer que consiguió reinar desafiando una cultura y tradiciones en las que solo el hombre era considerado apto para ejercer esta tarea, durante la dinastía XVIII de Egipto (1490-1468 a. C.).

Portada del libro Las lágrimas de Isis (Teresa Rey)


Su memoria pedura

Precisamente el sexo de la reina-faraón Hatshepsut, fue lo que probablemente provocara, o eso es lo que se tiende a pensar, el que tras su fallecimiento su memoria quedase borrada o al menos se intentara, y así eliminar su huella en la medida de lo posible. Esto ha generado que en torno a su figura haya muchos misterios, lagunas e incógnitas, y que en la actualidad muchos investigadores no se pongan de acuerdo respecto a “la verdadera personalidad de la reina, ni del papel que desempeñaron algunos protagonistas de su historia”, tal y como aclara el propio Cabanas en las anotaciones que hace al final del libro. Sin embargo, no fue posible borrar su rastro del todo, ya que ella misma procuró perpetuarse, tal vez intuyendo de forma premonitoria lo que intentarían hacer con su recuerdo tras dejar el mundo de los vivos. 

Varias obras monumentales recogen el legado de Hatshepsut, uno de ellos es el templo de Deir el-Bahari que excavado en la montaña en la orilla occidental del Nilo, hoy todavía refleja la grandiosidad de su reinado. Se trata de un templo funerario único en su especie, al menos en todo Egipto. Al mismo tiempo encargó obeliscos monumentales algunos de los cuales perduran, como el que se erige en el templo de Amón-Ra en Karnak. 

Templo de Deir el-Bahari  de Hatshepsut
Templo de Deir el-Bahari 

Personajes que la apoyaron

La novela narra las vicisitudes que tuvo que vivir esta mujer desde su infancia hasta que finalmente logró sentarse en el trono de Horus y gobernar como Maatkara Hatshepsut. En una sociedad tan tradicional y de costumbres tan arraigadas, este hito solo fue posible gracias a una serie de estrategias políticas, triquiñuelas y pasos bien pensados y trabados, en los que estuvieron implicados muchos de los personajes claves que rodearon la vida de esta reina del Alto y del Bajo Egipto. La primera artífice e impulsora para lograr que Hatshepsut gobernara, fue su abuela Ahmose Nefertari. La reina madre estuvo detrás de esta acción y fue quien diseñó la estrategia para desarrollar sus fines, cuenta Cabanas. Con anterioridad, cabe destacar que estableció un pacto con el clero de Amón consiguiendo que las reinas fuesen las que diesen legitimidad a través de su sangre a todo el que quisiera gobernar Egipto.

Tutmosis I, su padre, también fue importante en la vida de la protagonista, pero por encima de todos hay dos hombres que destacan: Hapuseneb y Senenmut. El primero era el primer profeta de Amón, y fue clave para que recibiera el apoyo del clero de Karnak, vital en la gobernabilidad de esta región. 



Interior del libro Las lágrimas de Isis (Teresa Rey)
Interior del libro con un mapa de Egipto

Hatshepsut y Senenmut en 'Las lágrimas de Isis'

En la novela se habla del vínculo amoroso que en opinión del autor se estableció entre Hatshepsut y Senenmut. Él la describe como una relación pasional, aunque la Historia no reconoce tal unión, pese a existir evidencias que muestran lo contrario. El caso es que este individuo contribuyó en gran medida a que la marcha de Egipto fuera muy buena durante este periodo. Primero comenzó siendo su mayordomo real y logró ostentar la friolera de noventa y dos títulos, algo que según el escritor no se repitió en la historia del país. Una muestra evidente que corroboraría esta relación íntima es el hecho de que en el templo de Deir el Bahari, Senenmut aparece representado en sesenta ocasiones, “siempre cerca de su amada”, explica el experto. Además, no se casó nunca y no se le conoce descendencia. A lo largo de la novela se va argumentando esta relación que se sustenta sobre la base de distintos momentos históricos. 

Escritor Antonio Cabanas
Antonio Cabanas (www.antoniocabanas.com)

Estamos por tanto ante una novela histórica que desvela el trayecto que tuvo que vivir una mujer para llegar a ser reina-faraón en una época donde esta posibilidad era impensable para la mentalidad de muchas personas aferradas a unas tradiciones muy sólidas. Aunque en los años posteriores a su fallecimiento se intentó que el reinado de Hatshepsut desapareciera, no se consiguió. Así lo vaticina en la novela la mejor y más fiel amiga de la protagonista, y que el autor da vida a través del personaje al que llama Ibu, su “hermana de leche”: “Tus obras perdurarán en el tiempo para asombro de las personas que habiten esta tierra. Los milenios se harán eco de tu nombre, Maatkara, como sinónimo de grandeza, y muchos evocarán a Hatshepsut por ser la primera mujer que gobernó con mano firme un mundo creado por los hombres. A todos nos diste ejemplo y Egipto no permitirá que su hija más querida caiga en el olvido. Siempre alumbrarás la Tierra Negra, donde quiera que te encuentres.” 


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