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Recorrido por la ciudad visigoda de Recópolis (Guadalajara)

El Parque Arqueológico de Recópolis engloba la ciudad visigoda de Recópolis y la ciudad andalusí de Zorita, en Guadalajara. Ambos distan a un kilómetro y medio de distancia, y cada uno posee una curiosa historia ligada a las distintas culturas que se asentaron esta zona castellanomanchega, y que ha quedado reflejada a lo largo del tiempo en los restos de las construcciones que se han mantenido en pie con los años o que se han descubierto en las sucesivas excavaciones. La orografía del lugar regada por el río Tajo y los extensos campos característicos, confieren al conjunto un aire singular. ¿Quieres saber más sobre este rincón? Claves de Mujer te cuenta su experiencia al visitarlo.

 Arcos de Recópolis


Cómo llegar a Recópolis

Para llegar al yacimiento arqueológico de Recópolis hay que atravesar el pueblo de Zorita, perteneciente al municipio de Zorita de los Canes, que en lo alto de un cerro alberga una alcazaba transformada en castillo durante la época de los cristianos. El centro de interpretación se halla en un desvío de la carretera que atraviesa esta antigua ciudad que nos lleva hasta el cerro donde se encuentra el antiguo asentamiento visigodo. Desde aquí parten las visitas guiadas que por el momento son gratuitas (hasta el 30 de junio de 2023), y que se realizan mediante una reserva previa en la página web de turismo de la Junta de Castilla La Mancha.

En ocasiones, la visita incluye también el acceso al castillo de Zorita, sin embargo cuando Claves de Mujer acudió, este no se podía visitar así que solo lo pudimos apreciar desde fuera. La visita comienza en el centro de interpretación, en el que hay una pequeña exposición, y a continuación, en un sala habilitada, emiten un vídeo de 15 minutos contándote la historia del yacimiento.

 Ciudad de Recópolis

Viaje al interior de Recópolis

Durante el recorrido la guía explica con detalle el origen de la ciudad visigoda de Recópolis, que tiene como singularidad el hecho de que no se erigió sobre otro asentamiento anterior, generalmente romano, tal y como sucede por ejemplo en el yacimiento arqueológico de Tiermes en Soria. Después pasó por distintas culturas como la andalusí y la cristiana.

Uno de los primeros edificios que mejor se conserva es la iglesia palatina. Es lo primero que nos topamos en el camino por su parte trasera. Lo primero que llama la atención son sus arcos al descubierto y que son objeto de numerosas fotos.

Mientras avanzábamos la guía contaba curiosidades de las edificaciones y la forma en la que tenían de construir las distintas culturas que se asentaron en el lugar. De hecho, se aprecia claramente en el tipo de piedra y la forma de colocarlas sobre los muros.

Se pueden ver claramente las estructuras de varios edificios de lo que se consideraba como la calle comercial o de las tiendas, donde se aprecia una tienda de vidrio en el margen izquierdo y una orfebrería en el derecho. De hecho, los visigodos destacaban por las bellas joyas que hacían.

 

 Ciudad visigoda Guadalajara 

En la zona oriental de la plaza se encontraba la iglesia palatina, el templo más importante de la ciudad y una de sus edificaciones más cuidadas. Es, como comentaba el edificio mejor conservado de todo el conjunto. A parte de sus llamativos arcos decir que aquí se puede apreciar el suelo original de la construcción, la guía enseña el punto exacto. Como curiosidad añadir que en la habitación destinada a los bautizos (los visigodos eran cristianos arrianos y en esta ceremonia sumergían su cuerpo entero en una pila de agua) se encontró en 1946 el tesorillo de tremises. Este es un conjunto de monedas que aporta numerosos datos de gran valor histórico y, entre otras cosas, refleja la evolución del sistema monetario visigodo de Hispania hasta su culminación con Leovigildo.

Del Palacio se conserva parte de la estructura y las columnas. El conjunto palatino albergaba el centro de poder de la cultura visigoda y por ello se ubicaba en la parte más alta de la ciudad. Hasta el momento este grupo de construcciones palatinas de época visigoda es el más grande que se ha encontrado en Europa.

Excavaciones y alcazaba

Todavía queda mucho por excavar en este enclave arqueológico, y de hecho aún continúan con las exploraciones. Se sabe que hay enterradas muchas ruinas porque se han detectado a través de un dron que ha reflejado lo que hay en el subsuelo. El principal inconveniente es que la mayoría de ellas se hallan en zonas privadas y no se pueden expropiar, tal y como nos comentó la guía.

 Zorita de los Canes

Dado que el castillo no se incluía en el recorrido, Claves de Mujer se acercó a verlo, al menos por fuera. Este fue primero una alcazaba y se construyó cuando los árabes llegaron a Zorita de los Canes, por lo que se erigió en el siglo IX. Para construirlo usaron materiales que obtuvieron del yacimiento de Recópolis. Después, cayó en manos cristianas hasta que en el siglo XII, y Alfonso VIII de Castilla lo cedió a la Orden de Calatrava. Esta reorganizó el castillo con una nueva muralla y distintas dependencias. A partir del siglo XVI, que lo adquirió el príncipe de Éboli junto a Zorita, dejó de usarse y comenzó su decadencia.

Aunque no se pueda ver por dentro, merece la pena dar un rodeo al mismo así como al pueblo, que en su conjunto constituyen un bello paraje regado por el río Tajo.

 

Vista de Zorita de los Canes desde Recópolis


 

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