Si buscas una escapada por algún rincón de la geografía de España, en esta ocasión desde Claves de Mujer te proponemos tres rincones de Soria: la Hoz de Orillares, la Fuentona y Calatañazor. Los tres están muy cerca y se pueden visitar tranquilamente, disfrutando de sus singularidades y de su entorno con tiempo y sin prisas.
Hoz de Orillares
El primer rincón de Soria que te propongo es la Hoz de Orillares. Se trata de un enclave que se halla en el pueblo del mismo nombre de la hoz. Solo te tienes que dirigir a esta localidad, Orillares, y una vez llegues verás enseguida las indicaciones hacia el parking donde debes aparcar el vehículo en el que te hayas trasladado.
Después solo tienes que seguir el camino y en pocos metros te topas con las distintas cuevas que el río Pilde ha ido originando a su paso. Se trata de un par de pequeñas cavidades a las que puedes entrar si el tiempo lo permite. No son muy grandes, por lo que puedes introducirte en ellas y ver su interior.
Tienes que andar con cuidado para no resbalarte, pero merece la pena ver cómo son por dentro estos huecos en la montaña que se han originado por la acción erosiva del agua y las características del terreno (kárstico) y, por supuesto, por el paso del tiempo. Al principio, puedes sentir algo de claustrofobia, sobre todo, en la que se encuentra a la derecha, que no tiene agua, al contrario que la otra, ya que sus techos son muy bajos y por ello has de ir siempre agachado. Son muy pocos metros, y si hace sol sus rayos penetran por los orificios que posee en uno de sus laterales, creando un precioso efecto dorado sobre las rocas.
La que tiene agua dentro es abovedada y termina con dos aberturas. La roca en su interior es lisa y por eso yo iba muy pendiente de por dónde pisaba para evitar tropezarme. Como al final de esta hay agua no queda otro remedio que volver por el mismo camino, de modo que el otro lado (las aberturas) lo podrás contemplar siguiendo la senda normal.
En cualquier caso, si acudes hasta este rincón de Soria, te aconsejo que te aventures y conozcas el interior de las cuevas para que puedas experimentar por ti mismo qué sientes. A mí me encantó.
Fuentona de Muriel
La siguiente parada que te propone Claves de Mujer por esta zona de la provincia soriana es La Fuentona de Muriel, que dista a unos 45 kilómetros del primer punto. Se encuentra en Muriel de la Fuente y está catalogada como Monumento Natural. Es uno de los acuíferos más profundos de la Península Ibérica. De hecho, hace 50 años descubrieron un sifón que es el comienzo de una cueva subterránea. Hasta el momento se han encontrado dos galerías pero todavía no se ha terminado de explorar, según nos comentó la guarda que está en la caseta de inicio de la ruta. También nos dijo que desde la pandemia por la COVID-19, los espeleólogos no han retomado las exploraciones.
El paseo hasta la Fuentona es frondoso y colorido, en especial, si acudes en otoño. Solo tienes que andar unos 800 metros por los que atraviesas varios puentes y un bosque de sabina albar, un árbol frecuente en estos parajes y que a la par no es muy común.
La ruta está llena de caminos, incluso antes de alcanzar el acuífero te puedes desviar ya que a unos 700 metros se encuentra una cascada. Cuando Claves de Mujer hizo la visita no tenía agua, así que habrá que regresar en época de lluvias para verla en su máximo esplendor.
Calatañazor
El último lugar de los tres rincones de Soria que he escogido es el pueblo medieval de Calatañazor. A solo seis kilómetros de La Fuentona, esta villa declarada como monumento conjunto-histórico, nos permite pasear por calles empedradas y observar las casas y casonas de arquitectura rural habituales de estos lares. Las techumbres de las casas muestran las chimeneas típicas de muchos rincones sorianos de esta parte de la provincia, son chimeneas con forma cónica recubiertas en la cúspide con un chapitel en forma de punta. A estas construcciones humildes se las denomina “pinariegas”, por ubicarse en enclaves con bosques abundantes en pinos, sabinas y enebros. Los materiales que abundan en Calatañazar son madera, adobe, teja y piedra.
Destacan a su vez las ruinas de su castillo medieval y, sobre todo, su torre del homenaje. Esta ha quedado en pie con el paso de los años, de hecho es la parte que está más íntegra. Conviene subir hasta arriba del todo (no son muchos escalones) porque lo más probable es que puedas contemplar de cerca a los buitres que abundan en el cerro sobre el que se erige la fortificación. Claves de Mujer lo pudo vivir de cerca. Varios de estos alados se aproximaron mientras contemplábamos el paisaje que se apreciaba desde la torre.
Los buitres comenzaron a planear de lejos haciendo virguerías en el cielo. Eran dos o tres y entre ellos se cruzaban en una especie de ritual dejándose llevar por las corrientes aéreas. De forma inesperada algunos se acercaban rápidamente sobre la torre haciendo que todos los presentes les siguiéramos con la cabeza inclinada hacia el cielo para no perder ni un solo detalle y guardar para siempre en la retina ese momento único. Entre los presentes se escapó más de una exclamación de sorpresa y no es de extrañar pues ver sobrevolando un buitre con sus alas totalmente desplegadas, que pueden alcanzar los tres metros de envergadura, es para quedarse cuando menos boquiabierto.
Como curiosidad añadir que el nombre de Calatañazor tiene relación con esto que te he contado de los buitres, pues su denominación proviene del árabe “calat am nasur”, es decir, “castillo de los buitres”, tal y como reza en un cartel explicativo que se encuentra en la entrada del pueblo.
Otra curiosidad es que según cuenta la leyenda en el año 1.002 el general andalusí Almanzor fue derrotado en esta población y de ahí viene el dicho de “Calatañazor, donde Almanzor perdió su tambor”.
Si te animas y decides conocer mejor estos tres rincones de Soria, prepárate para experimentar todo tipo de sensaciones…
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