Marisa Rodríguez (Afammer C. Madrid): "En los 80 una mujer de campo estaba estigmatizada y hoy ser de pueblo está de moda"
La Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer) se gestó en el año 1982 gracias a la iniciativa de su fundadora Carmen Quintanilla. Ella desarrolló esta idea en Ciudad Real (Castilla La Mancha) donde poseía un gran vínculo con el mundo rural debido a sus raíces familiares. Su idea era acabar con la discriminación que sufría la mujer en el campo y desde entonces el proyecto no ha parado de crecer. Para conocer más de cerca qué es esta asociación, Claves de Mujer ha entrevistado a Marisa Rodríguez Peña, presidenta de Afammer Comunidad de Madrid.
Entrevista a Marisa Rodríguez de Afammer Comunidad de Madrid
¿Cómo surge Afammer?
En los años 80 comienzan a surgir muchas asociaciones de distintos tipos, y Carmen Quintanilla se da cuenta que nadie se ocupa de la mujer rural. De hecho, la mujer rural sufre en ese momento una doble discriminación: por ser rural y por ser mujer. Entonces se pone manos a la obra. Ella cuenta que salía de su trabajo en sus dos caballos, con su bocadillo y su coca cola y se recorría los pueblos de Ciudad Real para dar a conocer su iniciativa, que además tuvo una gran acogida.
En esa España del año 82 donde muchos pueblos carecían de corriente, estaban sin asfaltar, donde las mujeres se vestían de negro por el primer luto y ya no se lo quitaban nunca, lo que propone Carmen Quintanila es un soplo de aire limpio. Es una oportunidad impresionante para ellas y no dejan de aprovecharla. Y así es como poco a poco va creciendo en todas las Comunidades Autónomas.
Afammer tiene representación en todas las Comunidades Autónomas.
¿Cuál es su situación actual?
En este momento Afammer tiene representación en todas las Comunidades Autónomas, en casi todas las provincias y posee cerca de 200.000 socias. Tiene estatus especial consultivo en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas y está presente en 15 organizaciones internacionales. Constituye uno de los movimientos asociativos de mujeres más importantes de Europa y, sin duda, el más importante de España.
¿Qué hitos destacas?
Un hito muy importante se consiguió en la Conferencia de Pekín cuando la fundadora propuso que se declarase el Día Internacional de la Mujer Rural, el 15 de octubre, y lo aceptaron. Un hito internacional. Otro es cuando todos los años en la Conferencia de Naciones Unidas del 8 de marzo, Carmen Quintanilla hace un evento paralelo en Naciones Unidas, que siempre tiene una tremenda acogida.
En España, ella es la ponente de la Ley de Titularidad Compartida, una ley fundamental para el mundo rural, en la que se reconoce a la mujer como beneficiara del fruto de la explotación agraria, pues tradicionalmente figuraba el marido, a pesar de que la mujer trabajara en la misma. Esto es algo muy común en la mujer del mundo agrario que tiende a decir que no trabaja en este medio, a pesar de que ayuda a su marido con las gestiones, podas y otras tareas que van surgiendo. Por ello, el reconocimiento de esa situación de la mujer me parece que es importantísimo.
La mujer rural viaja, es cosmopolita y está abierta a hacer muchas cosas.
En aquella época cuando se tenía que elegir quien estudiaba se escogía al varón, pero hoy mayoritariamente son las chicas de los pueblos las que van a la universidad. Se trata de una mentalidad que ha ido inculcando Afammer y solamente por eso merece la pena todo el trabajo.
Una de nuestras principales actividades ha sido la formación para el empleo.
En paralelo, está el número de trabajos que Afammer ha propiciado para la mujer del medio rural porque una de nuestras principales actividades ha sido la formación para el empleo.
¿Se ha conseguido que haya cada vez más mujeres propietarias de las explotaciones?
Cada vez hay más mujeres propietarias es cierto, que quieren asumir responsabilidades y me refiero a organismos esenciales para el campo como las cooperativas agrarias o los grupos de acción local. Pero todavía la participación de la mujer en puestos de responsabilidad es muy pequeña.
Sin embargo, son dos cosas distintas. Por un lado, hablamos de quién es el titular de la propiedad de la explotación, donde cada vez hay más mujeres y se nota mucho pues tienen proyectos innovadores y son las que están introduciendo la parte ecológica. No obstante, la cosa cambia cuándo es la mujer la que ayuda en el campo y si se reconoce como trabajo.
Todavía la participación de la mujer en puestos de responsabilidad es muy pequeña.En la Comunidad de Madrid es muy triste lo que ocurre, porque las Comunidades Autónomas han abierto un registro para la titularidad compartida y en esta región no hay ninguna registrada. La que va a la cabeza es Castilla y León que tiene un territorio muy amplio. Nosotras hacemos campañas de sensibilización en este sentido.
Hay Comunidades que han impulsado más esta ley desde el principio y lo han conseguido. También depende de las mujeres que se dediquen al campo en cada zona. En Madrid, aun habiendo campo, el porcentaje es muy pequeño, sin embargo sí hay mujeres y no se ha inscrito.
El sector está muy maltratado y en general es muy difícil llegar al mercado.El sector está muy maltratado y en general es muy difícil llegar al mercado. Es muy difícil lidiar con las tareas del campo y la ingente carga burocrática que tiene. Y además de todo ello tienes que ser tu propio vendedor. Igualmente, existe una competencia desleal letal.
¿Las mujeres jóvenes están interesadas en el campo?
Parece que hay más interés. Sobre todo, hay mujeres que están volviendo al campo porque sus padres se jubilan y ellas se hacen cargo. Suelen tener entre treinta y pico y cuarenta años. Sí hay jóvenes que están interesadas en el campo como se ve en las Escuelas de Ingenieros Agrónomos, pero el relevo generacional es un gran problema, se van a perder muchas explotaciones por este motivo. En Madrid, el 20% de las explotaciones agrarias en manos de ellas provienen de mujeres de 65 años. Siguen al frente, pero suelen superar esa edad. Es un problema más importante.
El relevo generacional es un gran problema, se van a perder muchas explotaciones por este motivo.¿Qué es lo que piden las mujeres del medio rural?
Formación. Nosotros acabamos de ejecutar un convenio con la Comunidad de Madrid para formación digital en mujeres en edad laboral. Hemos formado a 5.000 mujeres en 14 meses de 38 municipios diferentes. Nos han llegado mujeres que no habían tocado un ordenador en su vida. Cuando esa mujer acaba el itinerario de 9 cursos y sale programando páginas web sencillas, se renueva. La mujer que entra y sale no tiene nada que ver.
Hemos formado a 5.000 mujeres en 14 meses de 38 municipios diferentes.Ese reto de enfrentarse a nuevas tecnologías y ver que son capaces de aprender y hacer cosas que ni sus hijos y nietos saben y que pueden encontrar trabajo gracias a esta formación y acceder a trabajos más cualificados, les ha cambiado la vida a muchas mujeres. A veces te piden una formación muy básica, pero una de nuestras misiones es que se den cuenta de que pueden aspirar a puestos mucho más cualificados y de más calidad de lo que ellas piensan. .
Piden formación porque quieren mejorar su nivel de vida y el de sus familias, y porque es imprescindible para permanecer en el medio rural.
También te digo que las mujeres somos animales totalmente sociales y nos gusta reunirnos, poner cosas en común, nos gusta la cultura, nos gusta viajar, compartir. Nos gusta hacer comunidad, eso que se ha perdido tanto. Esa es una de sus grandes demandas. Creo que como va la vida hoy en día, las asociaciones de mujeres son la plaza del pueblo, esa plaza que era centro de reunión y que se ha perdido, es lo que somos las asociaciones de mujeres porque es donde ellas encuentran a sus amigas, a sus vecinas, a mujeres que a lo mejor no conocen, pero con las que tienen cosas que compartir.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones de Afammer?
Van en líneas con las aspiraciones de las mujeres. Nosotras en Madrid estamos creciendo mucho a nivel de pueblos y estamos abriendo Afammer en los distintos pueblos que nos lo piden, algo que nos piden los Ayuntamientos y otras veces directamente las mujeres. Este año queremos centrarnos mucho en crear tejios y redes.
Estamos creciendo mucho a nivel de pueblos.
Hay muchas asociaciones en los pueblos que llevan entre 30 y 40 años trabajando y están muy envejecidas. Las mujeres al frente están cansadas y tampoco se han incorporado nuevas generaciones. Ese es nuestro reto, que se incorporen nuevas mujeres y para ello necesitamos que desde las Instituciones se tomen más en serio el papel del asociacionismo femenino rural, que ayuden con programas de promoción y a dar servicios a los pueblos.
Necesitamos que desde las Instituciones se tomen más en serio el papel del asociacionismo femenino rural.Muchas veces desde los ayuntamientos nos dicen que debemos estar nosotras presentes, ya que el Estado no es omnipresente y es cierto que debe delegar en instituciones como la nuestra que somos más cercanas a la gente del pueblo y podemos personalizar mucho más el servicio que quieren.
Pedimos que nos den más capacidad para trabajar con los pueblos y sus mujeres y que a las asociaciones de pueblos pequeños se las ayude con programas de fomento del asociacionismo. Son las que dan la vida a estos lugares. Las asociaciones de los pueblos son las que organizan las fiestas, el bingo en verano, las que recuperan tradiciones y muchas mujeres están detrás de ellas.
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