La dieta solar consiste en tomar alimentos que por sus características contribuyen a paliar los efectos nocivos de las radiaciones UV sobre la piel. No hay que entenderla como una dieta específica para prevenir estos efectos adversos, simplemente es una forma de dar a conocer aquellos alimentos que tienen más propiedades protectoras en este sentido.
En general, cuando se habla de nutrición y sol lo que se
aconseja es consumir muchas frutas y vegetales ricos en antioxidantes, ya que
hidratan la piel; hortalizas como la calabaza o la zanahoria, y verduras como
la lechuga y las espinacas son perfectos para ello, informan especialistas del
laboratorio Sesderma. También es recomendable beber mucha agua y evitar el
azúcar, el exceso de alcohol y el tabaco.
El dermatólogo Joan Ramón Garcés, asegura que seguir una
alimentación orientada de esta forma proporciona un ambiente protector base,
gracias a los agentes antioxidantes reparadores del daño celular y que abundan
en la dieta mediterránea. Básicamente son los carotenos, los ácidos grasos
insaturados (aceite de hígado de bacalao y pescados), el selenio, los
polifenoles del té verde (y en menor medida el negro), el picnogenol (extracto
de pino francés), el resveratrol (que se encuentra en las uvas y el vino
tinto), el ácido ferúlico (estabilizador de las vitaminas C y E), etc.
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