Hoy, 14 de febrero, Día de los Enamorados, quiero compartir una noticia que me ha llamado poderosamente la atención y es el interés que están despertando los novios virtuales. Parece ser que la existencia de este “amor tecnológico” es posible gracias a aplicaciones que se presentan como una “opción” para suplir la falta de pareja. Una tendencia que por el momento parece tener más aceptación entre las mujeres, pues algunas de estas plataformas aseguran que seis de cada diez clientes son del sexo femenino.
Expertos en sociología de las emociones y psicología de la
UOC, han hecho una reflexión sobre este tema y han analizado qué consecuencias
se pueden desprender de tener un novio o
novia virtual.
Miedo al fracaso
Según Francesc Núñez, profesor de Humanidades y sociólogo de
la UOC, las personas que recurren a estas aplicaciones buscan a alguien a quien
querer y el consuelo en la simulación de un ente a quien puedan amar. Por ello,
“los beneficios emocionales son evidentes porque generan emociones reales y
satisfacción personal”, es decir, se disfruta de forma virtual lo que implica
tener una pareja de carne y hueso. De hecho, el interés que están despertando es
una realidad, pues algunas de ellas alcanzaron durante 2015 el medio millón de
visitantes en sus webs provenientes de 193 países diferentes.
Ahora bien, cabe matizar que, en general, “el perfil de
usuario de este tipo de aplicaciones es el de un individuo que tiene una
incapacidad puntual o duradera para empezar una relación amorosa real, que tiene miedo al fracaso, frustraciones
acumuladas o baja autoestima”, afirma Mireia Cabero, profesora colaboradora de
los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Este recurso
emocional se convierte en una vía de salida para la gente que sufre mucha
presión social por el hecho de no tener pareja. “Es un autoengaño; hay que
aprender a aceptar y relativizar el hecho de ser diferente al estándar social y
vivirlo con naturalidad.”
Uno de los principales problemas de todo este asunto es que
alguien que tenga un alto grado de confusión pueda llegar a enamorarse de
verdad de este compañero virtual.
Para Núñez, desarrollar dependencia
psicológica puede ser peligroso, pero no más que algunas relaciones tóxicas
con personas de carne y hueso. “¿Es una alternativa a las relaciones mixtas
(personales y tecnológicas, como lo son todas) adoptada consciente y
voluntariamente o es una alternativa a la incapacidad individual de establecer
o mantener relaciones y, por tanto, constituye un consuelo tecnológico?”,
reflexiona Eulalia Hernández. “Los peligros y los beneficios dependen del uso
que el usuario haga de esta tecnología”, matizan los expertos.
Al mismo tiempo, añaden que hay que tener cuidado con los novios virtuales, pues algunos usuarios
pueden llegar a pensar que estas aplicaciones podrían ser un buen entrenamiento
para futuras citas. Sin embargo, para la psicóloga, la confianza en uno mismo
solo se consigue en la práctica real y no en la virtual.
Analizando la buena acogida de estos amores etéreos, se
puede concluir que los creadores esta idea tienen todo muy estudiado para que
la pareja virtual sea lo más
“humana” posible, siendo esto uno de los pilares de su beuna aceptación. Por
eso, estas apps permiten a los usuarios elegir su nombre, su edad, su
personalidad, crear una historia previa de cómo se han conocido y su aspecto
físico, entre un dossier de fotografías que ofrecen o bien cargar alguna
propia. Después, tras crear un perfil acorde con las características escogidas,
normalmente se paga una tarifa que incluye una serie de mensajes de texto,
mensajes de voz y una postal escrita.
Antoni Pérez, profesor de Informática de la UOC, comenta que
hoy en día las aplicaciones nos pueden conocer muy bien debido a la información
que circula de nosotros por Internet. “Trabajan con un sistema de recomendación
complejo del tipo aprendizaje (machine
learning) y algoritmos heurísticos. Las aplicaciones unen estos datos y
adaptan así, sus interacciones con el usuario: le recomendarán libros o
compartirán canciones de acuerdo con sus intereses, le preguntarán cómo le ha
ido la reunión que tenía en el calendario o la cita con el médico. Actuarán
como lo haría cualquier pareja, o no, pero solo de forma virtual.”
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