Elsa Punset presenta para este otoño Alas para volar, un libro para reflexionar. Su lectura invita a que hagamos una pausa y miremos con más atención lo que somos, lo que llevamos dentro y lo que necesitamos soltar. A través de una historia real (el cuidado de un pequeño gorrión que llega a la vida de Elsa por azar), la obra recorre los grandes temas que nos acompañan cuando nos enfrentamos a un cambio: cómo superar las heridas de la infancia, cómo detectar las señales de alerta, cómo proteger nuestra alegría, cómo decir que no, cómo formar parte de algo sin dejar de ser uno mismo. Una invitación a reconectar con nuestra naturaleza, con nuestras decisiones y con el mundo que compartimos con todos los seres vivos.
Me recordó a mí.
Dicen que un pájaro siempre trae un mensaje. Así que, contra la opinión mayoritaria, decidí escucharlo y acogerlo en casa.
Siempre he sido alegremente optimista. Pero ese verano algo se había quebrado en mí. A veces la vida duele. Nos obliga a detenernos y a empezar de nuevo. Cuidar a este pequeño pájaro frágil y testarudo me ha recordado lecciones esenciales. No se puede vivir con las alas rotas.
El gorrión recuperó su libertad gracias a la compasión y los cuidados de personas que saben que no hay vidas pequeñas o prescindibles. Este mensaje es más necesario que nunca en los tiempos que vivimos.
He volcado silenciosamente en este pequeño destello de vida emplumada todo mi amor por la vida. He conjurado de nuevo el soplo del optimismo y de la esperanza. He decidido retomar el camino y no ceder al cansancio y a la tristeza.
Y la vida, sigilosa y ligera como un aleteo, poco a poco vuelve a mí.
Así abre este capítulo, en el que Elsa traza un mapa emocional que parte de su infancia y se despliega hacia la vida adulta. A través de recuerdos personales, metáforas con el gorrión y una mirada lúcida a la psicología humana, nos invita a revisar las raíces de lo que somos y a convencernos de que lo que fue aprendido en la infancia no tiene por qué definir la vida adulta.
Este verano cuidando al gorrión también cuido, de algún modo, a la niña que fui años atrás. Y esa convivencia silenciosa me recuerda lo esencial: debes vivir con todo lo que tienes, escuchar tu instinto, seguir tu propio camino, no dejar que otros te aparten de lo que llevas escrito dentro.
Aunque vivas cien años, puede que nunca llegues a celebrar la segunda parte de tu vida, que es el momento en el que por fin comprendes por qué eres como eres y por qué te comportas de una determinada manera. Elsa retoma la metáfora del gorrión para hablar de ese momento vital en que dejamos de actuar por inercia y empezamos a preguntarnos quiénes somos realmente, más allá de lo que nos enseñaron. Inspirándose en los psicólogos James Hollis, Abraham Maslow y Carl Rogers, nos invita a atravesar el miedo, a despertar del piloto automático y a emprender un camino hacia la autenticidad.
Llega un momento —una crisis, una pérdida, una sensación de vacío o de sinsentido— en el que el yo construido ya no basta. Entonces comienza el viaje de la segunda mitad de la vida: un proceso más consciente y auténtico, en el que uno empieza a preguntarse qué quiere realmente, más allá de lo aprendido.
En este capítulo, Elsa Punset nos presenta la metáfora del rastreador africano como símbolo de una vida despierta y atenta. Inspirada por el relato de Boyd Varty, propone que también nosotros podemos aprender a rastrear —no animales salvajes, sino nuestras propias señales internas y externas—. Vivir despiertos es estar atentos al cuerpo, al entorno y a las emociones sutiles que nos alertan, nos guían o nos protegen. Leer el mundo, como hacen los pájaros antes de volar, se convierte en un arte que requiere silencio, paciencia y honestidad.
En este capítulo, Elsa nos invita a desarrollar la capacidad de leer las señales de alarma que emite la vida cuando algo no va bien. Las red flags no siempre gritan: a veces susurran, se disfrazan de costumbre o se diluyen en un afecto mal entendido. Aprender a detectar estas señales no significa desconfiar, sino cultivar una atención lúcida y un respeto profundo hacia lo que sentimos. A través de ejemplos concretos, situaciones comunes y sensaciones físicas, el capítulo ofrece una guía para reconocer las dinámicas que nos apagan, nos hieren o nos desvían del camino.
En este capítulo, Elsa aborda un tipo de señal menos ruidosa pero igualmente poderosa: la sensación de estar en el lugar equivocado. Un trabajo, una ciudad, una relación… A veces no hay conflictos evidentes, solo una falta de alegría, una ausencia de pertenencia. Reconocer que algo no encaja no es fracaso, sino el inicio de una nueva búsqueda. La autora invita a escuchar con honestidad esa sensación sorda de insatisfacción y a tener el coraje —y la imaginación— de cambiar de rumbo.
Solo quien es capaz de imaginar un mundo distinto puede cambiar su rumbo.
Este capítulo es una celebración de la imaginación como brújula interior y herramienta de transformación. Elsa Punset reivindica el poder de imaginar como una forma de conexión profunda con nuestros deseos, nuestros recursos y nuestras posibilidades. Desde el "día perfecto" hasta la "pregunta milagro", pasando por referencias filosóficas y terapéuticas, el texto muestra que imaginar no es un lujo, sino una necesidad. Imaginar es dar espacio. Es abrir ventanas. Es interrumpir, aunque sea por un instante, el monólogo automático de nuestros días.
Imagino que el libro que estoy escribiendo es como una sábana. Imagino que despliego esta gran sábana blanca. Sujeto cada esquina con las dos manos. Y con un gesto decidido y firme, la sacudo. Se despliega al viento, inmensa y blanca. Y de ella salen cientos de pájaros que echan a volar.
Como una herida que pica y escuece para evitar que la descuidemos, el sufrimiento nos empuja a mirar hacia dentro, a cuestionar nuestras elecciones, nuestras relaciones y nuestros silencio.
En este capítulo, la autora explora la alegría como fuerza vital y brújula interior. A través de vivencias personales, encuentros inesperados y momentos cotidianos, nos invita a cuestionar la resignación aprendida y a reconectar con las pequeñas y grandes alegrías que devuelven el sentido a nuestras vidas. Frente a una biología y una cultura que favorecen la distracción y la ansiedad, Elsa propone entrenar activamente nuestra capacidad para la alegría como una forma de resistencia y de transformación.
Decir que no y decir la verdad parece algo sencillo, pero nos cuesta mucho hacerlo. Inspirada por el experimento radical de la psicóloga Martha Beck, que decidió vivir un año entero sin decir mentiras, la autora reivindica el valor de la autenticidad y el retorno a uno mismo.
En tiempos de transición o ruptura, la autora se refugia en el cuidado del gorrión —una metáfora del cuidado propio— y en el silencio como vía para escuchar lo esencial. Este capítulo es una reflexión, poética y práctica a la vez, sobre la soledad fértil, aquella que no se vive como carencia, sino como un espacio interior que permite reconstruirnos y reencontrarnos.
No te limites a soportar la soledad, ¡hazla fértil! Si alimentas algo vibrante en tu interior, ya no estás esperando que alguien te salve o te complete.
Me he sentado en silencio, con mi café, y he esperado. Esto también es querer. No forzar, confiar en que el otro vendrá cuando esté preparado, tener esperanza, elegir la paz.
Este capítulo explora la tensión entre nuestras herencias culturales de dominación y la necesidad íntima de construir una paz real, interior y colectiva. A través de experiencias personales, reflexiones sobre la agresividad humana, el poder simbólico y el trabajo con afirmaciones, Elsa se adentra en el arte de elegir la paz: no como un estado pasivo, sino como un proceso activo que requiere conciencia, valentía y perseverancia.
Buscar la paz es más que desearla: es aprender a desmantelar dentro y fuera las formas de dominación que heredamos sin saberlo. Y a veces ese aprendizaje no empieza en grandes gestos, sino en lo más cotidiano: cómo hablas y tratas a los demás, claro, pero también cómo te hablas, cómo te tratas, cómo esperas.
Este capítulo indaga en las raíces inconscientes de nuestras elecciones afectivas. A través de conversaciones, ejemplos personales y referencias psicológicas, se analizan las trampas del enamoramiento, los patrones de apego heredados de la infancia y la confusión entre amor y proyección. Se desmonta la narrativa idealizada del amor romántico y se propone una forma de amar más libre, consciente y compasiva, donde cuidar y dejar ser no estén reñidos.
Es más fácil convencerte de que el enamoramiento es algo serio si lo llamas amor. Pero el enamoramiento es solo un lobo vestido de amor: un proceso evolutivo poderoso cuyo objetivo es asegurar la supervivencia de la especie.
Este capítulo celebra el valor de la comunidad, el poder del vínculo cotidiano y la necesidad humana de pertenecer. A través de escenas inspiradoras —como alimentar a las aves en una plaza o preguntar sin miedo "¿Quieres ser mi amigo?"—, la autora reflexiona sobre la soledad, el declive social con los años y la importancia de mantener vivas nuestras conexiones. Con inspiración en Jane Fonda y en los gorriones que sobreviven gracias al grupo, propone un enfoque valiente y amoroso para crear redes de apoyo, afecto y reconocimiento mutuo.
¿Quieres ser mi amigo? Para abrirnos al mundo, quizá lo único que necesitamos es hacer esa pregunta.
En este capítulo final, la autora evoca la profunda interconexión entre la vida humana y el mundo natural, desde un arrozal en Sri Lanka hasta la voz de un monje budista acariciando un cervatillo. Con reflexiones que cruzan la historia, la espiritualidad, la ecología y la poesía, Elsa invita a recuperar una relación amorosa, humilde y consciente con la Tierra. Frente a la lógica de dominio y explotación, se propone una ética del cuidado: volver a la naturaleza no como recurso, sino como inspiración.
¿Cuándo perdimos los humanos la capacidad de amar así al resto del planeta?
Este libro nace de su propia experiencia con el cambio, la pérdida y los nuevos comienzos. De su trabajo con miles de personas, de su escucha atenta y de una certeza profunda: todos necesitamos, en algún momento, una guía serena para volver a empezar.
Palabras de Elsa Punset
Encontré una cría de gorrión en el umbral de mi puerta. Debió de caer de algún tejado. Tenía apenas una semana de vida. Estaba medio desplumado y paralizado de miedo, quieto en la acera, en medio de una plaza por la que transitan personas, coches y gatos. Me agaché y lo tomé en mis manos. Me miraba con grandes ojos desconcertados. «¿Qué hago? ¿Adónde voy?", parecían preguntar.Me recordó a mí.
Dicen que un pájaro siempre trae un mensaje. Así que, contra la opinión mayoritaria, decidí escucharlo y acogerlo en casa.
Siempre he sido alegremente optimista. Pero ese verano algo se había quebrado en mí. A veces la vida duele. Nos obliga a detenernos y a empezar de nuevo. Cuidar a este pequeño pájaro frágil y testarudo me ha recordado lecciones esenciales. No se puede vivir con las alas rotas.
El gorrión recuperó su libertad gracias a la compasión y los cuidados de personas que saben que no hay vidas pequeñas o prescindibles. Este mensaje es más necesario que nunca en los tiempos que vivimos.
He volcado silenciosamente en este pequeño destello de vida emplumada todo mi amor por la vida. He conjurado de nuevo el soplo del optimismo y de la esperanza. He decidido retomar el camino y no ceder al cansancio y a la tristeza.
Y la vida, sigilosa y ligera como un aleteo, poco a poco vuelve a mí.
Temas de Alas para volar
Sobre superar la infancia
Se puede nacer frágil y, aun así, aprender a volar. "Poco podemos hacer para evitar las decepciones y los desastres de la vida. La primera mitad de la vida, para la mayoría de nosotros, es esencialmente un error gigantesco e inevitable".Así abre este capítulo, en el que Elsa traza un mapa emocional que parte de su infancia y se despliega hacia la vida adulta. A través de recuerdos personales, metáforas con el gorrión y una mirada lúcida a la psicología humana, nos invita a revisar las raíces de lo que somos y a convencernos de que lo que fue aprendido en la infancia no tiene por qué definir la vida adulta.
Este verano cuidando al gorrión también cuido, de algún modo, a la niña que fui años atrás. Y esa convivencia silenciosa me recuerda lo esencial: debes vivir con todo lo que tienes, escuchar tu instinto, seguir tu propio camino, no dejar que otros te aparten de lo que llevas escrito dentro.
La segunda parte de la vida
Cuando dejamos de huir, de reaccionar y empezamos por fin a elegir conscientemente: ahí comienza la segunda parte de la vida.Aunque vivas cien años, puede que nunca llegues a celebrar la segunda parte de tu vida, que es el momento en el que por fin comprendes por qué eres como eres y por qué te comportas de una determinada manera. Elsa retoma la metáfora del gorrión para hablar de ese momento vital en que dejamos de actuar por inercia y empezamos a preguntarnos quiénes somos realmente, más allá de lo que nos enseñaron. Inspirándose en los psicólogos James Hollis, Abraham Maslow y Carl Rogers, nos invita a atravesar el miedo, a despertar del piloto automático y a emprender un camino hacia la autenticidad.
Llega un momento —una crisis, una pérdida, una sensación de vacío o de sinsentido— en el que el yo construido ya no basta. Entonces comienza el viaje de la segunda mitad de la vida: un proceso más consciente y auténtico, en el que uno empieza a preguntarse qué quiere realmente, más allá de lo aprendido.
El rastreador de caminos
Necesitamos aprender a leer las señales. Sin atención, perdemos el rumbo. Y sin rumbo, es fácil perderse a uno mismo.En este capítulo, Elsa Punset nos presenta la metáfora del rastreador africano como símbolo de una vida despierta y atenta. Inspirada por el relato de Boyd Varty, propone que también nosotros podemos aprender a rastrear —no animales salvajes, sino nuestras propias señales internas y externas—. Vivir despiertos es estar atentos al cuerpo, al entorno y a las emociones sutiles que nos alertan, nos guían o nos protegen. Leer el mundo, como hacen los pájaros antes de volar, se convierte en un arte que requiere silencio, paciencia y honestidad.
Vivir despiertos es estar atentos al cuerpo, al entorno y a las emociones sutiles que nos alertan.Hay que agarrarse a la esperanza y, poco a poco, ir tirando del hilo. Solo sabes que si buscas con cuidado, al final encontrarás algo.
Red Flags
Tropezamos cuando no sabemos descifrar lo que nos rodea. Nos lanzamos por miedo, por deseo, por impaciencia o por no leer las señales. Pero vivir es como volar: no basta con querer. Hay que mirar bien antes de saltar.En este capítulo, Elsa nos invita a desarrollar la capacidad de leer las señales de alarma que emite la vida cuando algo no va bien. Las red flags no siempre gritan: a veces susurran, se disfrazan de costumbre o se diluyen en un afecto mal entendido. Aprender a detectar estas señales no significa desconfiar, sino cultivar una atención lúcida y un respeto profundo hacia lo que sentimos. A través de ejemplos concretos, situaciones comunes y sensaciones físicas, el capítulo ofrece una guía para reconocer las dinámicas que nos apagan, nos hieren o nos desvían del camino.
Lo que sentimos es más directo que lo que pensamos.Recuerda que lo que sentimos es más directo que lo que pensamos. Para detectar lo que no funciona en tu vida, céntrate en las sensaciones y señales físicas y emocionales que albergas dentro de ti. Las red flags no siempre se ven a simple vista, pero cuando aprendes a sentirlas, ya no puedes ignorarlas.
Aquí no es
Aunque no esté encerrado en una jaula, mi gorrión sabe que este baño tampoco es su sitio. Lo recorre en silencio, sin cantar, sin moverse demasiado. Está ahí porque no tiene adonde ir. Espera. Y yo sé que él lo sabe: aquí no es.En este capítulo, Elsa aborda un tipo de señal menos ruidosa pero igualmente poderosa: la sensación de estar en el lugar equivocado. Un trabajo, una ciudad, una relación… A veces no hay conflictos evidentes, solo una falta de alegría, una ausencia de pertenencia. Reconocer que algo no encaja no es fracaso, sino el inicio de una nueva búsqueda. La autora invita a escuchar con honestidad esa sensación sorda de insatisfacción y a tener el coraje —y la imaginación— de cambiar de rumbo.
Solo quien es capaz de imaginar un mundo distinto puede cambiar su rumbo.
Imagina
Sé que el gorrión se está imaginando ahí, volando entre ellos, libre, pequeño y veloz, como uno más. Y sé que imaginarlo, algún día, le ayudará a lograrlo.Este capítulo es una celebración de la imaginación como brújula interior y herramienta de transformación. Elsa Punset reivindica el poder de imaginar como una forma de conexión profunda con nuestros deseos, nuestros recursos y nuestras posibilidades. Desde el "día perfecto" hasta la "pregunta milagro", pasando por referencias filosóficas y terapéuticas, el texto muestra que imaginar no es un lujo, sino una necesidad. Imaginar es dar espacio. Es abrir ventanas. Es interrumpir, aunque sea por un instante, el monólogo automático de nuestros días.
Imagino que el libro que estoy escribiendo es como una sábana. Imagino que despliego esta gran sábana blanca. Sujeto cada esquina con las dos manos. Y con un gesto decidido y firme, la sacudo. Se despliega al viento, inmensa y blanca. Y de ella salen cientos de pájaros que echan a volar.
El cuerpo sabe
El cuerpo sabe antes que la mente. Nos avisa con fatiga, insomnio y ansiedad. Hay que aprender a escucharlo, sin esperar a que sea urgente.El cuerpo sabe antes que la mente.El cuerpo no miente. Es nuestro aliado más sabio y directo, el que registra las emociones que negamos y nos alerta, a menudo con antelación, cuando algo no va bien. Este capítulo explora cómo el cuerpo expresa el sufrimiento, el trauma y la verdad interior que nuestra mente a veces no sabe ver. Aprender a escucharlo, comprender su lenguaje y restaurar la conexión con él es clave para sanar, tomar buenas decisiones y recuperar la alegría.
Como una herida que pica y escuece para evitar que la descuidemos, el sufrimiento nos empuja a mirar hacia dentro, a cuestionar nuestras elecciones, nuestras relaciones y nuestros silencio.
La brújula de la alegría
Mi gorrión está descubriendo el juego, el riesgo, la alegría. Y yo estoy ahí, en el borde de la bañera, celebrando con él cada salto diminuto como si fuera un gran vuelo.En este capítulo, la autora explora la alegría como fuerza vital y brújula interior. A través de vivencias personales, encuentros inesperados y momentos cotidianos, nos invita a cuestionar la resignación aprendida y a reconectar con las pequeñas y grandes alegrías que devuelven el sentido a nuestras vidas. Frente a una biología y una cultura que favorecen la distracción y la ansiedad, Elsa propone entrenar activamente nuestra capacidad para la alegría como una forma de resistencia y de transformación.
No hay una sola forma de conjurar la alegría.No hay una sola forma de conjurar la alegría. Hay alegrías silenciosas, que se celebran hacia dentro, y otras inesperadas, que nos arrastran como una ola. Todas caben. Todas valen.
365 días para decir la verdad
Aunque estoy preocupada por él, me enternece su descaro y me río. Me mira fijamente, como diciendo: te lo estoy diciendo… ¡ya no necesito esto! Es un pajarillo de semanas, pero está recordándome la importancia de decir no, y de reclamar al otro que te escuche.Decir que no y decir la verdad parece algo sencillo, pero nos cuesta mucho hacerlo. Inspirada por el experimento radical de la psicóloga Martha Beck, que decidió vivir un año entero sin decir mentiras, la autora reivindica el valor de la autenticidad y el retorno a uno mismo.
Aprender a decir que no es retomar el control de nuestra vida.Aprender a decir que no es retomar el control de nuestra vida, poner límites claros y conectar interiormente con lo que nos hace sentir bien y con lo que necesitamos.
Ama tu soledad
Pienso que quizá esa es la clave: no llenar la soledad, sino convertirla en un espacio donde la vida pueda florecer. Mantén una rama verde en tu corazón… y el pájaro cantor vendrá.En tiempos de transición o ruptura, la autora se refugia en el cuidado del gorrión —una metáfora del cuidado propio— y en el silencio como vía para escuchar lo esencial. Este capítulo es una reflexión, poética y práctica a la vez, sobre la soledad fértil, aquella que no se vive como carencia, sino como un espacio interior que permite reconstruirnos y reencontrarnos.
No te limites a soportar la soledad, ¡hazla fértil! Si alimentas algo vibrante en tu interior, ya no estás esperando que alguien te salve o te complete.
Guerra o paz
Me he sentado en silencio, con mi café, y he esperado. Esto también es querer. No forzar, confiar en que el otro vendrá cuando esté preparado, tener esperanza, elegir la paz.Este capítulo explora la tensión entre nuestras herencias culturales de dominación y la necesidad íntima de construir una paz real, interior y colectiva. A través de experiencias personales, reflexiones sobre la agresividad humana, el poder simbólico y el trabajo con afirmaciones, Elsa se adentra en el arte de elegir la paz: no como un estado pasivo, sino como un proceso activo que requiere conciencia, valentía y perseverancia.
Buscar la paz es más que desearla: es aprender a desmantelar dentro y fuera las formas de dominación que heredamos sin saberlo. Y a veces ese aprendizaje no empieza en grandes gestos, sino en lo más cotidiano: cómo hablas y tratas a los demás, claro, pero también cómo te hablas, cómo te tratas, cómo esperas.
Los amores averiados
Mi gorrión solitario me despierta mucha ternura, pero intento no cargarle con ella. Quiero consolar sin domesticar, proteger sin encadenar. Aprendo sobre la marcha a ofrecerle un afecto discreto, casi invisible.Este capítulo indaga en las raíces inconscientes de nuestras elecciones afectivas. A través de conversaciones, ejemplos personales y referencias psicológicas, se analizan las trampas del enamoramiento, los patrones de apego heredados de la infancia y la confusión entre amor y proyección. Se desmonta la narrativa idealizada del amor romántico y se propone una forma de amar más libre, consciente y compasiva, donde cuidar y dejar ser no estén reñidos.
Es más fácil convencerte de que el enamoramiento es algo serio si lo llamas amor. Pero el enamoramiento es solo un lobo vestido de amor: un proceso evolutivo poderoso cuyo objetivo es asegurar la supervivencia de la especie.
El club de los gorriones
Me preocupa que mi gorrión no sepa encontrar a los suyos. Que cuando vuele, con su cola corta y sus plumas a medio hacer, no lo reconozcan como uno de ellos. Y pienso que también nosotros necesitamos aprender —o recordar — cómo acercarnos a los demás sin miedo, cómo hablar el lenguaje del grupo.Este capítulo celebra el valor de la comunidad, el poder del vínculo cotidiano y la necesidad humana de pertenecer. A través de escenas inspiradoras —como alimentar a las aves en una plaza o preguntar sin miedo "¿Quieres ser mi amigo?"—, la autora reflexiona sobre la soledad, el declive social con los años y la importancia de mantener vivas nuestras conexiones. Con inspiración en Jane Fonda y en los gorriones que sobreviven gracias al grupo, propone un enfoque valiente y amoroso para crear redes de apoyo, afecto y reconocimiento mutuo.
¿Quieres ser mi amigo? Para abrirnos al mundo, quizá lo único que necesitamos es hacer esa pregunta.
Vuelve la naturaleza
Así que he bajado todos los cojines de la casa, todas las mantas que no se usan, y he acolchado el baño entero. Para que aprenda a volar sin hacerse daño. Para que descubra la libertad sin que le duela más de lo necesario. Eso merecemos todos: no solo sobrevivir, sino aprender desde la alegría. Merecemos cuidados, compañía y la oportunidad de ser libres sin rompernos.En este capítulo final, la autora evoca la profunda interconexión entre la vida humana y el mundo natural, desde un arrozal en Sri Lanka hasta la voz de un monje budista acariciando un cervatillo. Con reflexiones que cruzan la historia, la espiritualidad, la ecología y la poesía, Elsa invita a recuperar una relación amorosa, humilde y consciente con la Tierra. Frente a la lógica de dominio y explotación, se propone una ética del cuidado: volver a la naturaleza no como recurso, sino como inspiración.
¿Cuándo perdimos los humanos la capacidad de amar así al resto del planeta?
Fundación Punset Terraviva
La autora explica que durante ese viaje consolidó la idea de crear la Fundación Punset Terraviva, cuya misión es potenciar el bienestar humano a través de la naturaleza y la biodiversidad. "Hemos iniciado proyectos diversos y apasionantes, y ya trabajamos en la creación de nuestros primeros jardines terapéuticos en Madrid y en Tenerife".
Sobre Elsa Punset
Elsa Punset es escritora, divulgadora y una de las voces más reconocidas en el ámbito de la inteligencia emocional y el crecimiento personal.Autora de varios bestsellers para adultos, como Una mochila para el universo, El libro de las pequeñas revoluciones o Felices, y también de otros para niños, traducida a más de quince idiomas y con millones de lectores en todo el mundo, combina una formación extensa en filosofía, humanidades y educación con una larga trayectoria en divulgación emocional.
Este libro nace de su propia experiencia con el cambio, la pérdida y los nuevos comienzos. De su trabajo con miles de personas, de su escucha atenta y de una certeza profunda: todos necesitamos, en algún momento, una guía serena para volver a empezar.







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