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¿Qué beneficios aporta el ejercicio físico al cerebro?

Cuando hablamos de ejercicio físico generalmente pensamos en los beneficios que aporta desde un punto de vista de la salud, en general, y de la mejoría estética que puede reportar. Sin embargo, hacer deporte es también una forma de mantener el cerebro activo. Veamos el porqué. Dicen expertos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que la actividad física potencia la memoria y ayuda a controlar la hipertensión arterial, uno de los grandes enemigos de este órgano. Además, contribuye a mejorar el estado anímico, aspecto importante para que la mente trabaje bien.


De forma paralela, hay indicios de que el ejercicio físico activa una serie de procesos que mantienen y protegen las células nerviosas. Además, estimula la formación de neuronas en el hipocampo, una región que está vinculada, entre otras cosas, con la memoria, la emoción y la motivación, apunta David A. Pérez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario 12 de Octubre (Madrid).

¿Qué ocurre en el cerebro cuando hacemos deporte?

Según explica Carlos Tejero, vocal de la SEN, el cerebro en estos casos es el encargado de coordinar el movimiento de los músculos implicados en la actividad y de que las funciones corporales se realicen de forma correcta: incremento del flujo sanguíneo, el ritmo cardíaco, la respiración, el consumo energético...

Al mismo tiempo, activa distintos sistemas como el propioceptivo o el sensorial.

Todos estos elementos producen un beneficio en la vascularización cerebral y fomentan la sinapsis neuronal (uniones neuronales).

Por otra parte, "ciertos deportes estimulan la memoria, ya que obligan a recordar alineaciones, repasar las jornadas o rememorar penaltis o goles. Y si se hacen en grupo ayudan a evitar el aislamiento fomentando la interacción social, básico para conservar la función cognitiva”, añade Pérez. 

Ciertos deportes estimulan la memoria, ya que obligan a recordar alineaciones, repasar las jornadas o rememorar penaltis o goles. 

“Múltiples líneas de investigación han demostrado que la actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico, es un potente estimulo de la neurogénesis. La actividad física podría estimular la formación de neuronas en el hipocampo, la región del cerebro que participa, entre otras, en la memoria y el aprendizaje”, explica el doctor David Ezpeleta, miembro de la SEN.

“Además, la actividad física mejora diversas funciones ejecutivas cerebrales como la motivación y el impulso a hacer ejercicio, es decir, el mismo ejercicio ayuda a vencer la pereza y se promueve a sí mismo, cerrándose un círculo virtuoso de enorme importancia para la salud”, apostilla.

Salud mental y deportistas de élite

De forma paralela, el estudio “Influencia del deporte y la actividad física en el estado de salud físico y mental”, una revisión bibliográfica desarrollada por varios expertos en el año 2018, concluye que el deporte y la actividad física son herramientas que benefician tanto a la salud física como a la mental, las participaciones basadas en la actividad física son de eficacia probada y asociadas positivamente a las intervenciones en salud mental. Señalando de esta manera que existe una relación positiva entre los niveles altos de actividad física y un menor riesgo de padecer enfermedades de carácter físico y/o mental. De igual forma, también existe suficiente evidencia teórica sobre los beneficios en variables emocionales y físicas resaltando la ansiedad, depresión y disminución del estrés; de la misma manera mejora de las capacidades cognitivas, habilidades sociales, autoconcepto, resiliencia y reducción de enfermedades degenerativas como la demencia y la enfermedad de Alzheimer.

Gracias al desarrollo de las técnicas de neuroimagen, que permiten analizar las zonas del cerebro que se activan cuando se realiza una actividad, se ha podido demostrar también que el cerebro de los deportistas de élite es diferente. “Por ejemplo, en los futbolistas profesionales, las áreas del cerebro encargadas de procesar las imágenes espaciales, tridimensionales y valorativas están más desarrolladas. Esto demuestra la capacidad que tiene nuestro cerebro de evolucionar si se ejercita”, concluye el doctor Carlos Tejero.

Cerebro y deporte beneficios

Deporte y enfermedades neurológicas

Del mismo modo, la doctora Nuria González-García, portavoz de la Sociedad Española de Neurología, asegura que en la actualidad hay evidencias suficientes “para recomendar la actividad física como parte del tratamiento en la mayoría de enfermedades neurológicas, aunque siempre adaptada a las posibilidades de cada paciente”.

Por ejemplo, en pacientes con esclerosis múltiple, la actividad física produce una mejoría en casi todos los parámetros clínicos estudiados, sobre todo en la velocidad de la marcha, la fatigabilidad y la espasticidad.

En el caso de la epilepsia la actividad puede reducir las crisis y de las descargas epileptiformes interictales. A su vez, se ha demostrado la reducción de actividad epileptiforme clínica y eléctrica en grupos de epilepsia del lóbulo temporal y epilepsia mioclónica juvenil.

En las personas que padecen migraña, el ejercicio “debería ser uno de los pilares del tratamiento preventivo no farmacológico. La actividad física ha demostrado tener una función analgésica tanto a corto como a largo plazo”.

Hay evidencias suficientes “para recomendar la actividad física como parte del tratamiento en la mayoría de enfermedades neurológicas'.


“En la enfermedad de Alzheimer se ha planteado incluso que podría ralentizar la neurodegeneración o prevenir el declive cognitivo en casos preclínicos o incipientes. En los pacientes con deterioro cognitivo leve, debe recomendarse ejercicio físico al menos dos veces por semana como parte del tratamiento”, explica la doctora Nuria González-García.

Al igual que en otras enfermedades degenerativas, en los pacientes con enfermedad de Parkinson, la actividad física ha demostrado no solo la mejoría de los síntomas motores y no motores, sino que podría modificar la supervivencia y la progresión de la enfermedad.

Del mismo modo, son numerosos los trabajos que han estudiado los beneficios del ejercicio tras un ictus con afectación motora. “La actividad física ayuda moderadamente a la rehabilitación de las extremidades paréticas, pero muy significativamente a la marcha; además, aquellos pacientes que practican ejercicio de forma regular presentan menor área final del infarto, mayor circulación colateral y mejoras en el flujo sanguíneo tras el ictus”, concluye la doctora González-García.

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