Detectar en su fase inicial una enfermedad como el alzhéimer puede ser complicado al principio, pues hay una tendencia a pensar que con la edad se dan ciertas circunstancias inherentes e inevitables, pero esta creencia no se ajusta a la realidad.
El doctor Guillermo García Ribas, coordinador de Servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) explica a Claves de Mujer que el hecho de cumplir años no lleva implícito una enfermedad o una demencia. Es cierto que al envejecer se produce una pérdida de facultades en todos los sentidos, pero ello no implica que una persona mayor obligatoriamente vaya a perder su autonomía o su capacidad de hacer las cosas, de hecho solo el 20% de las personas entre 80-90 años sufren Alzheimer, pero el 80% restante, no.
La mayoría de las personas que tienen alzhéimer en el inicio de la enfermedad tiene problemas de memoria, pero hay que tener claro cuáles son las carencias en este sentido. El doctor indica que básicamente se trata de la incapacidad de recordar episodios cotidianos que ocurren ya en el día a día, ya en un tiempo reciente (que no exceda los dos meses).
Lo primero que vamos a ver es la dificultad que tiene esa persona para recordar hechos del día a día, con el agravante de que además el hecho de recurrir a algún tipo de pista o clave no le va a resultar útil para conseguir recordar. El experto pone un ejemplo que aclara esta cuestión: "Yo, probablemente no sepa ahora el color de los calcetines que me he puesto esta mañana, pero si soy capaz de señalar una pista y poner el entorno o sitio donde me los he puesto, seguramente sea capaz de recordarlo. A medida que nos hacemos mayores vamos perdiendo la capacidad de recuerdo espontáneo, pero no la capacidad de recordar si nos dan una pista.”
El doctor aclara que la especie humana acude a pistas o claves para recordar, por ejemplo subrayar un texto es una clave muy frecuente o asociar un color a algo en concreto, y esa capacidad de recurrir a claves para ayudar a nuestra memoria no se pierde con la edad, por el contrario la enfermedad será la que provoque el que desaparezca esa facilidad para que las claves ayuden en el proceso de recuerdo.
Este es el síntoma más significativo de la enfermedad de Alzheimer, pero hay tras dos cualidades que también se reconocen como definitivas. Por un lado, la apatía, que no hay que confundir con depresión, es más bien desgana y desinterés por las cosas y el entorno; y por otro, ciertos cambios en el patrón de la conducta: estar más irascibles, más nerviosos, ser menos paciente…
Estos primeros signos que hay que valorar detenidamente no suelen ser reconocidos por el enfermo, sino por la gente de su entorno, los familiares, etc. Por ello, generalmente el papel de convencer a los pacientes de que acudan a un neurólogo que evalúe la situación recae en los familiares y resulta una tarea compleja. García aconseja acogerse al argumento de que igual que se hacen chequeos para revisar el colesterol o el azúcar, también es importante hacer una revisión para saber en qué estado se encuentra la memoria.
Por último, el neurólogo asegura que la detección precoz en una enfermedad como el alzhéimer puede contribuir a prolongar la autonomía del paciente y ralentizar la progresión de la patología. Al mismo tiempo, favorece el ver por anticipado las terapias que van a ser necesarias, así como las voluntades y aspectos personales que el enfermo puede ir arreglando de cara a un futuro, algo que si se desconoce que se tiene la enfermedad nunca se va a plantear.
El doctor Guillermo García Ribas, coordinador de Servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal (Madrid) explica a Claves de Mujer que el hecho de cumplir años no lleva implícito una enfermedad o una demencia. Es cierto que al envejecer se produce una pérdida de facultades en todos los sentidos, pero ello no implica que una persona mayor obligatoriamente vaya a perder su autonomía o su capacidad de hacer las cosas, de hecho solo el 20% de las personas entre 80-90 años sufren Alzheimer, pero el 80% restante, no.
Detección y síntomas del alzhéimer
El alzhéimer es una enfermedad que se desarrolla a lo largo de un periodo de aproximadamente diez años, por ello detectarla en su fase inicial es crucial, pero ¿cómo se consigue diagnosticar?, ¿cuáles son los síntomas?La mayoría de las personas que tienen alzhéimer en el inicio de la enfermedad tiene problemas de memoria, pero hay que tener claro cuáles son las carencias en este sentido. El doctor indica que básicamente se trata de la incapacidad de recordar episodios cotidianos que ocurren ya en el día a día, ya en un tiempo reciente (que no exceda los dos meses).
Lo primero que vamos a ver es la dificultad que tiene esa persona para recordar hechos del día a día, con el agravante de que además el hecho de recurrir a algún tipo de pista o clave no le va a resultar útil para conseguir recordar. El experto pone un ejemplo que aclara esta cuestión: "Yo, probablemente no sepa ahora el color de los calcetines que me he puesto esta mañana, pero si soy capaz de señalar una pista y poner el entorno o sitio donde me los he puesto, seguramente sea capaz de recordarlo. A medida que nos hacemos mayores vamos perdiendo la capacidad de recuerdo espontáneo, pero no la capacidad de recordar si nos dan una pista.”
El doctor aclara que la especie humana acude a pistas o claves para recordar, por ejemplo subrayar un texto es una clave muy frecuente o asociar un color a algo en concreto, y esa capacidad de recurrir a claves para ayudar a nuestra memoria no se pierde con la edad, por el contrario la enfermedad será la que provoque el que desaparezca esa facilidad para que las claves ayuden en el proceso de recuerdo.
Este es el síntoma más significativo de la enfermedad de Alzheimer, pero hay tras dos cualidades que también se reconocen como definitivas. Por un lado, la apatía, que no hay que confundir con depresión, es más bien desgana y desinterés por las cosas y el entorno; y por otro, ciertos cambios en el patrón de la conducta: estar más irascibles, más nerviosos, ser menos paciente…
Estos primeros signos que hay que valorar detenidamente no suelen ser reconocidos por el enfermo, sino por la gente de su entorno, los familiares, etc. Por ello, generalmente el papel de convencer a los pacientes de que acudan a un neurólogo que evalúe la situación recae en los familiares y resulta una tarea compleja. García aconseja acogerse al argumento de que igual que se hacen chequeos para revisar el colesterol o el azúcar, también es importante hacer una revisión para saber en qué estado se encuentra la memoria.
Por último, el neurólogo asegura que la detección precoz en una enfermedad como el alzhéimer puede contribuir a prolongar la autonomía del paciente y ralentizar la progresión de la patología. Al mismo tiempo, favorece el ver por anticipado las terapias que van a ser necesarias, así como las voluntades y aspectos personales que el enfermo puede ir arreglando de cara a un futuro, algo que si se desconoce que se tiene la enfermedad nunca se va a plantear.
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