Si no queremos llegar al mes de septiembre con el vaquero, la falda o la prenda que se tercie, apunto de estallar en la cintura marcando un indeseado michelín, los nutricionistas lo dejan muy claro: no hay que cambiar los hábitos alimentarios durante las vacaciones.
A veces esta premisa resulta difícil de cumplir pues los suculentos desayunos de los buffets de los hoteles, las comidas de los restaurantes a los que no sabemos si volveremos a ir o las cenas opíparas en las terrazas veraniegas, lo ponen difícil a aquellos que quieren mantener el tipo. Se trata, por tanto, de moderarse y no aumentar la ingesta.
El periodo estival ofrece, no obstante, muchas ventajas alimentarias y su propia climatología invita a consumir frutas de temporada con excelentes propiedades nutricionales, como la sandía y el melón; o también, disfrutar de distintos tipos de ensaladas, más apetecibles en estas fechas por ser platos frescos. En este sentido, expertos del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas, recomiendan consumir alimentos como encurtidos, sepia, marisco o gazpacho y, en general, todos aquellos que contengan más agua.
Por otra parte, me quedo también con los consejos del doctor Óscar Junco, especializado en cirugía plástica y estética, que entre el decálogo de hábitos saludables para el verano incluye beber entre dos y tres litros de agua al día e insiste en la necesidad de comer frutas, hortalizas y verduras cada día, ya que ayudan a que la piel se muestre más saludable y a mantener un vientre menos abultado, por la cantidad de fibra que poseen.
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