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Leonor Martín Monge, enfermera y terapeuta de medicina natural: “Cuando una persona es consciente de su propia enfermedad, muchas veces generada por una emoción, empieza su curación”

Cuando enfermas ¿te has preguntado en alguna ocasión a qué puede haberse debido? ¿Te has autoanalizado y observado qué ha ocurrido en tu entorno? ¿Ha habido algún suceso en tu vida que te ha afectado emocionalmente? Leonor Martín Monge, enfermera y terapeuta de medicina natural, considera que la enfermedad no un proceso aislado y que, al final, es el resultado de un bloqueo energético que se manifiesta en el plano físico. En su último libro La enfermedad, tu oportunidad (ed.Urano), explica por qué hemos de cambiar de actitud frente a la aparición de un trastorno de salud en nuestro organismo. Además, en esta entrevista nos adelanta algunas pautas para identificar el porqué de nuestra enfermedad y cómo empezar el proceso de sanación.


 

Dice la escritora y enfermera Leonor Martín Monge que la tratar la enfermedad desde una perspectiva holística “ofrece una gran oportunidad para aprender más sobre nosotros mismos, escucharnos y favorecer cambios reales que van más allá de la supresión de los síntomas”.

A lo largo de la conversación que Claves de Mujer ha mantenido con ella, profundiza todos estos asuntos como en qué consiste este vínculo entre emociones y patologías, qué papel desempeñan los profesionales sanitarios, en especial las enfermeras, en la evolución de los pacientes, y otros aspectos que te ayudarán entenderte mejor.

¿Por qué la enfermedad es una oportunidad?

Las personas cuando están enfermas, consideran que ya no hay solución. Entonces yo creo que en el mundo sanitario, sobre todo, las enfermeras, hemos de estar dando recursos siempre al paciente para que él sea consciente de su propia enfermedad. La pregunta es ¿la enfermedad existe o no? De hecho, podríamos decir que no porque todos le hemos puesto un nombre, una etiqueta, pero es más que todo esto. Según Hipócrates el cuerpo humano está compuesto por cuatro sustancias básicas (la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla). Y en función de ellas, estableció cuatro temperamentos en las personas: nervioso, linfático, sanguíneo y bilioso. Estas tendencias son las que marcan a las personas a la hora de enfermar. Es decir, podemos enfermar por una emoción. Por ejemplo, si en el trabajo te dicen que no sirves para nada, crearás un campo electromagnético negativo, porque no olvidemos que somos bioeléctricos, y por ello ante un disgusto como puede ser este o un susto en nuestra vida, estimularemos el sistema neurovegetativo. Desde este damos información al sistema nervioso central que es el que organiza todo lo referente a los órganos y en una situación que nos afecta ese estímulo se dirige el órgano más bajo de energía y aquí es donde empieza la enfermedad.

Cuando una persona es consciente de su propia enfermedad empieza su curación. Por esto, yo soy partidaria de decir que no hemos de ver la enfermedad como una cosa mala, pero a su vez es importante tener un buen profesional sanitario al lado que te ha de acompañar en tu proceso.

Yo soy partidaria de decir que no hemos de ver la enfermedad como una cosa mala, pero a su vez es importante tener un buen profesional sanitario al lado.

Si alguien con cáncer me comenta que se está tratando con quimioterapia le digo que me parece perfecto, pero si tienes un buen profesional al lado hasta incluso te puede ayudar a sanar. Siempre debe haber un apoyo, un saber estar con la persona enferma.

Por todo esto, considero que la enfermedad es una oportunidad. Porque en ese momento, si te detienes y analizas puedes averiguar de dónde te ha venido y por qué. De hecho, a veces las enfermedades surgen por un problema ancestral que se dio en tu familia ya que es algo transgeneracional.

 Salud holística e integral


 En este sentido, comentas que ciertos trastornos de salud pueden ocasionarse precisamente como consecuencia de una relación problemática con los padres, ¿cómo se explica esta posibilidad?

Por una relación con padres, abuelos, hermanos… Es más, qué puesto ocupas dentro de la familia influye. No es lo mismo ser el primer hijo que el tercero porque la situación de sentimiento es diferente en cada caso. Esto tiene una explicación porque desde un punto de vista antropológico el primer descendiente debe ser un chico y el segundo una chica. Si el primero es una niña ha de demostrar que vale, si el segundo es un niño igualmente ha de demostrar su valía, y entonces entramos en un conflicto.

De la misma manera, el momento de engendrar un hijo es importante o si es querido o no, pues todo esto se traspasa al feto. En la quinta semana de gestación ya se tiene el sentimiento vibracional, es decir, el pequeño nota en su subconsciente que es un ser vivo. En el quinto mes empieza a formarse la oreja, el ámbito sensorial. Imagínate lo bonita que es la conexión de la madre con el hijo dentro de la placenta cuando se comunican como si fueran dos delfines por vibración y sensorialmente. Según si eres querido o no, la vibración cambia porque como ya he dicho somos bioeléctricos.

Apuntas que es importante que escuchemos a nuestro cuerpo, ¿cómo debemos hacerlo?

En primer lugar nos debemos fijar en las bases. Cómo dormimos, nos alimentamos o nos movemos. Son las bases: el aire, el sol, la arena, que es la alimentación, y el fuego. ¿Cómo se nos muestran estos por dentro del cuerpo? Depende, en el caso del fuego sería por ejemplo a través de la fiebre.

Del mismo modo, hay que evaluar el estado emocional. ¿Cómo me encuentro? Alegre o triste. Si seguimos nuestros biorritmos que son los de la tierra, tendremos momentos altos y bajos, porque nuestra energía no es estática sino dinámica. Así, cuando estamos en un momento alto, irradiamos alegría, disfrutamos y nos sentimos bien. En un momento bajo, observemos y esperemos 48 horas a ver qué pasa. Esto es observación y escucharte a ti mismo. Si ves que entras en bajada, espera un poco. Observar tu cuerpo es importantísimo, eso sí, sin ponerte obsesivo. ¿Duermes y te alimentas correctamente? Cuando voy al trabajo ¿me siento a gusto? Al estar con mi marido y mis hijos, ¿me siento bien con ellos?

Son cuestiones a las que no les damos importancia pero que van generando un bucle totalmente tóxico hasta que enfermamos.

 Emociones y salud según Leonor Martín Monge
¿Cómo influye la energía en el organismo?

Cuando hablo de energía me refiero a electricidad y actitud. Si veo a una persona con un temperamento nervioso le recomiendo bailar, y claro se sorprende. Pero lo hago por varios motivos. Alguien en este terreno suele ser muy estricto consigo mismo, que lo calcula todo para no fracasar, por ello necesita ritmo y armonía para no quedarse bloqueada en un sitio. Hay que recordar que tenemos dos movimientos en el cuerpo: el latido cardiaco y el peristaltismo intestinal, y si no nos movemos no les damos ritmo.

Una contractura muscular puede surgir de una emoción porque nuestra estructura biofísica y bioquímica están conectadas. 

Una contractura muscular puede surgir de una emoción porque nuestra estructura biofísica y bioquímica están conectadas (esto lo explico a través de un cuadro en el libro). Por un susto, hay gente que necesita ir al baño. Si algo falla llega al sistema nervioso central y de ahí a tu intestino que se bloquea. Solo si observamos esto podemos llegar al punto final.

Lo negativo que hay en ti se puede transformar en positivo. En el momento que bailas tu campo electromagnético cambia. Has de modificar tu estructura porque de lo contrario tu vida seguirá igual. No pretendas cambiar a los otros si tú no lo haces previamente.

Tu visión del abordaje de la enfermedad es holística, ¿nos puedes explicar por qué?

Yo trabajo holísticamente, pero siempre derivo a un médico, enfermera, terapeuta o el profesional sanitario que corresponda. Yo no voy a ir nunca en contra de la medicina porque soy enfermera de la Cruz Roja y a mí la medicina me ha dado mucho, pero también me he dado cuenta de que ahora estamos viviendo un tiempo de demasiada analítica y poca observación. Hemos de observar y escuchar al paciente.

Los profesionales sanitarios hemos de observar y escuchar al paciente. 

Soy una entusiasta de mi profesión pues desde los cinco años quería ser enfermera y hoy con 66 años me considero una gran profesional porque hago el acompañamiento del paciente. A este se le tiene que considerar como un gran amigo para ayudarlo, no tiene que ser una tarjeta de crédito o un desecho humano. Y esto está pasando. No obstante, todavía hay enfermeras y médicos que están con los pacientes. Yo doy clases en la Universidad de Barcelona en un máster y aún hay gente que cree en lo que te digo y no quiero que se pierda.  La verdad, yo quiero a los enfermos y cuando se curan soy la persona más feliz del mundo al haberlos ayudado. No hago nada más, porque ellos son los que se tienen que curar. El que padece la enfermedad ha de ser consciente de la misma. Y esto depende de la actitud.

En mi consulta, donde estoy desde hace 44 años, casi todos mis pacientes se han sentido acompañados porque yo ayudo a curar no a morir. Nos enseñan a vivir y a reír, sin embargo a llorar y a morir no nos enseña nadie.

La enfermedad, tu oportunidad

Leonor Martín Monge

Portada de la Enfermedad, tu oportunidad

Una guía para el acompañamiento integral de la enfermedad, desde la identificación del bloqueo emocional hasta el tratamiento.

Leonor Martín Monge, enfermera y terapeuta de medicina natural con 45 años de experiencia, presenta una guía tan práctica como didáctica para entender y tratar el proceso integral de la enfermedad, que abarca desde la identificación de disfunciones —incluida la correspondencia entre distintos bloqueos emocionales y los órganos afectados— hasta los tratamientos más innovadores y efectivos para devolver el equilibrio al organismo: terapia neural, biorresonancia, homeopatía, terapia marina, hidroterapia de colon o Tomatis, entre muchas otras.

La enfermedad no es simplemente la alteración de la salud, sino un mensaje que nos llega de muy adentro. Los pulmones, por ejemplo, están relacionados con la tristeza. Emociones como el miedo a soltar, el rencor o el apego tienen a menudo un efecto en forma de enfermedad sobre los pulmones, como el asma o la neumonía. Un exceso de ira reprimida provoca un bloqueo del hígado, que se puede manifestar en forma de dificultad para asimilar alimentos, dolor de cabeza, estreñimiento o problemas de visión. Sea cual sea la dolencia, es importante mirar más allá del síntoma, buscar el significado y observar el cuerpo teniendo en cuenta todos los condicionantes que nos afectan como seres humanos. Cuando logramos descubrir esa emoción subyacente, se convierte en una “emoción encontrada” y podemos encarar la curación. Una vez ubicado el conflicto, podremos abordar la curación recurriendo a interesantes enfoques terapéuticos que la autora pone a nuestro alcance. Una obra práctica e interesante, dirigida tanto a las personas que experimentan la enfermedad como a los profesionales que los acompañan.


Editorial: Urano Salud.
Páginas:  160.
Género: Popular medicine & health.
Precio: 12 €.

 

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