El ajo es una planta originaria de Asia Central que con el tiempo se extendió por todo el mundo. Aunque normalmente se le conoce por sus aplicaciones culinarias, lo cierto es que tiene distintas propiedades medicinales. Destacan, entre otras, sus beneficios para el sistema circulatorio.
También se atribuye efecto antiséptico, antiinflamatorio, bactericida, antiviral, antifúngico y antiparasitario intestinal.
Orígenes y usos del ajo
Se utilizó como energizante en la alimentación de los obreros que construyeron las pirámides de Egipto, tal y como se matiza en la ficha del alimento del Ministerio de Agricultura. “De hecho, se hizo tan necesario, que una vez que faltó el ajo, alrededor del año 3500 a.C., los obreros se negaron a trabajar, dando lugar a la primera huelga conocida. En Grecia los atletas comían ajo antes de la competición para coger fuerzas, y después de ella para reponerse. También los romanos recomendaban su uso como antiparasitario, y como medida contra distintas enfermedades. En el periodo colonial se introdujo en África y América y durante la Primera Guerra Mundial se utilizó en la desinfección de las heridas, cuando faltaron los antisépticos convencionales”.
En Grecia los atletas comían ajo antes de la competición para coger fuerzas.
El secreto del ajo
Su bulbo, que está compuesto por numerosos dientes, es la parte que más se utiliza de la planta del ajo. Desde la marca Arkopharma cuentan que “cuando se pica o pulveriza, el compuesto aliína, presente en los dientes, se convierte en alicina, un compuesto azufrado responsable del característico olor del ajo y de muchos de sus beneficios para la salud. Es precisamente esta transformación la que otorga al ajo sus propiedades medicinales, aunque también causa del mal aliento que acompaña su consumo”.
Propiedades y beneficios del ajo
El ajo contiene yodo, fósforo, potasio y vitaminas como tiamina, vitamina B6 y C. Además, a lo largo de la historia se le ha valorado por sus múltiples propiedades, especialmente en lo que respecta al sistema circulatorio. Estos son algunos de los beneficios que se le atribuyen, según los expertos de Arkopharma:
- Mejora la circulación sanguínea.
- Regula los niveles de colesterol.
- Propiedades antioxidantes que ayudan a proteger las células del daño oxidativo.
- Efecto antiinflamatorio en el cuerpo.
- Fortalece el sistema inmunológico.
También se atribuye efecto antiséptico, antiinflamatorio, bactericida, antiviral, antifúngico y antiparasitario intestinal.
“Estudios “in vitro” reflejan que el extracto de ajo, incluso a bajas concentraciones, es inhibidor de Helycobacter pylori, bacteria implicada en el desarrollo de las úlceras gátricas y duodenales. También reduce los niveles de lípidos en sangre y el LDL-colesterol (colesterol «malo»), a inhibir su oxidación, y a proteger a las células endoteliales de estas lipoproteínas modificadas. Igualmente, disminuye la presión arterial y la agregación plaquetaria. E incluso ejerce un efecto hipoglucemiante, ayudando a prevenir la diabetes tipo II.
Sus efectos se manifiestan principalmente al ingerirse de forma cruda, aunque algunos autores señalan que mantiene sus propiedades tras el proceso de fritura o cocción”, indican desde el Ministerio de Agricultura.
Sus efectos se manifiestan principalmente al ingerirse de forma cruda, aunque algunos autores señalan que mantiene sus propiedades tras el proceso de fritura o cocción”, indican desde el Ministerio de Agricultura.
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