El síndrome del atracón es el Trastorno de Conducta Alimentaria (TAC) más extendido entre la población general. Afecta a 2 de cada 3 de mujeres y a 1 de cada 3 hombres. Así lo asevera la psiquiatra Remedios Gutiérrez, que ha elaborado una Guía sobre los trastornos alimentarios junto al psicoanalista, Enrique Bajo, ambos miembros del Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis.
Entre los factores individuales, la doctora Gutiérrez señala: “la predisposición genética, ciertos rasgos de la personalidad que, en los trastornos por restricción como anorexia y trastorno de evitación serían altos niveles de autoexigencia, perfeccionismo extremo, necesidad de control y rigidez cognitiva; o, en el caso de bulimia o síndrome del atracón, ansiedad e impulsividad. También presentar una baja autoestima y una auto-imagen negativa y, en este aspecto, influye sobremanera como sea percibida la persona en su entorno durante su adolescencia”.
Con respecto a los factores relacionados con el ambiente familiar, Bajo explica que “resultan muy relevantes en este tipo de trastornos y se ha estudiado que tanto las familias desestructuradas como las sobreprotectoras, son caldos de cultivo. En las primeras, por una falta de estructura estable y generar apegos inseguros, lo que puede conducir a aferrarse inconscientemente al TCA como un elemento de ‘orden’ y estructura. En cuanto a las familias sobreprotectoras, es justo por lo contrario: las dinámicas suelen ser excesivamente controladoras y exigentes y el trastorno se vive como una forma de encajar en ellas. También, indica, pueden servir de detonante cambios traumáticos en la familia como un divorcio difícil o una muerte”.
Entre los TCAs cuya incidencia más se ha incrementado desde la pandemia se cuentan, además de la anorexia y la bulimia, el síndrome del atracón, el la fatorexia, el trastorno por rumiación y el de evitación, la ortorexia... “Todos tienen en común un factor de dismorfia corporal (no verse como uno es, sino distorsionado) y rasgos comunes con las adicciones (se acaba ‘enganchado’ al propio trastorno, a sus límites y ‘reglas’, que se sienten como forma de ‘ordenar’ la propia vida, más allá del objetivo que en principio se perseguía: siempre se quiere más porque el trastorno, que se inicia como herramienta para alcanzar un fin, acaba siendo un fin en sí mismo”, asegura Bajo.
Una de sus derivaciones (con gran incidencia) es el Síndrome del comedor nocturno que presenta los mismo síntomas, pero con una temporalidad específica: se da siempre por la noche o de madrugada y tiene relación con problemas de sueño.
Entre sus señales de alarma: aumento de peso importante por atracones reiterados que implican consumo muy elevado de alimentos ‘consuelo’, normalmente hipercalóricos (galletas, chocolate...), en un intervalo corto de tiempo y acompañado por sensación de pérdida de control y sentimiento de culpa tras la ingesta. A diferencia de la bulimia, en el síndrome del atracón no hay conductas compensatorias o de purga.
En su tratamiento, además de psicoterapia, recomendada en todos los TCAs, a nivel psiquiátrico los fármacos empleados para TDA y TDAH han demostrado funcionar en ciertos casos de trastorno por atracón.
Más allá de la anorexia y la bulimia
Hace tiempo que los trastornos de conducta alimentaria van más allá de la anorexia y la bulimia, de hecho constituyen el espectro diagnóstico que más se ha incrementado y diversificado desde la pandemia. Además, se encuentran entre las enfermedades mentales más letales, solo por detrás de las muertes por adicción a opioides. Según la Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados, causan unas 10.200 muertes anuales,1 cada 52 minutos.
Síndromes del atracón y del comedor nocturno, trastornos por rumiación y evitación, fatorexia, pica, ortorexia... son algunos de los diagnósticos de TAC más frecuentes.
Aseguran que en la actualidad es imposible medir su verdadero alcance, aunque se calcula que los TCAs ya afectan a unos 70 millones de personas, lo que equivale a más del 9% de la población mundial (casi el doble del 5% de 2020).
Síndromes del atracón y del comedor nocturno, trastornos por rumiación y evitación, fatorexia, pica, ortorexia... son algunos de los diagnósticos de TAC más frecuentes.
Aseguran que en la actualidad es imposible medir su verdadero alcance, aunque se calcula que los TCAs ya afectan a unos 70 millones de personas, lo que equivale a más del 9% de la población mundial (casi el doble del 5% de 2020).
9 de cada 10 afectadas son mujeres.En total, 9 de cada 10 afectadas son mujeres, de todas las clases sociales, niveles académicos y edades porque, aunque la mayor tasa de incidencia sigue encontrándose en preadolescencia y adolescencia (entre los 12 y los 18 años), cada vez se registran casos en edades más tempranas (desde los 6 años) y más tardías, (en la veintena, la treintena e incluso pasados los 50).
Las bases de los Trastornos de Conducta Alimentaria
Según explica Enrique Bajo, “hay numerosas tipologías de TCAs, pero las bases de todos ellos son similares: los estudios coinciden en que las causas de su desarrollo son multifactoriales, confluyendo elementos individuales, familiares y sociales”.Entre los factores individuales, la doctora Gutiérrez señala: “la predisposición genética, ciertos rasgos de la personalidad que, en los trastornos por restricción como anorexia y trastorno de evitación serían altos niveles de autoexigencia, perfeccionismo extremo, necesidad de control y rigidez cognitiva; o, en el caso de bulimia o síndrome del atracón, ansiedad e impulsividad. También presentar una baja autoestima y una auto-imagen negativa y, en este aspecto, influye sobremanera como sea percibida la persona en su entorno durante su adolescencia”.
Las causas de su desarrollo son multifactoriales.En esta etapa vital, explica, se gestan la gran mayoría de TCAs: al hecho de estar en pleno desarrollo la personalidad, la autoestima y el rol social se suma el ser uno de los momentos en que se vive una mayor presión ambiental en torno a la imagen corporal”.
Con respecto a los factores relacionados con el ambiente familiar, Bajo explica que “resultan muy relevantes en este tipo de trastornos y se ha estudiado que tanto las familias desestructuradas como las sobreprotectoras, son caldos de cultivo. En las primeras, por una falta de estructura estable y generar apegos inseguros, lo que puede conducir a aferrarse inconscientemente al TCA como un elemento de ‘orden’ y estructura. En cuanto a las familias sobreprotectoras, es justo por lo contrario: las dinámicas suelen ser excesivamente controladoras y exigentes y el trastorno se vive como una forma de encajar en ellas. También, indica, pueden servir de detonante cambios traumáticos en la familia como un divorcio difícil o una muerte”.
Entre los factores sociales más destacables estarían, según los expertos: el ideal de belleza imperante, que (con más o menos pecho o trasero, y más o menos músculo), viene primando, en las últimas décadas, una delgadez incluso enfermiza. Esta motivación por alcanzar un cuerpo imposible para la gran mayoría, tiene un peso muy importante en el aumento exponencial de casos desde los años 80 del pasado siglo y, aún más en los últimos tiempos en el que la presión social se ha multiplicado por 1.000 con las Redes Sociales, los filtros, la proliferación de tratamientos y cirugías estéticas.
Las psicoanalistas también señalan como “el sistema de tallas no juega a favor: al no estar unificadas ofrece un patrón heterogéneo, Hay un informe interesante al respecto titulado precisamente ‘No encontrar tu talla promueve la anorexia’: en el que se recoge como un 44% de la población se habría puesto a dieta al ver que no les valía la talla que ellos creían que era la suya. También cabe señalar que siguen proliferando sin control las webs, canales de youtube y perfiles en redes pro- Ana y pro-Mía (que son los acrónimos de Anorexia y Bulimia)”.
Las psicoanalistas también señalan como “el sistema de tallas no juega a favor: al no estar unificadas ofrece un patrón heterogéneo, Hay un informe interesante al respecto titulado precisamente ‘No encontrar tu talla promueve la anorexia’: en el que se recoge como un 44% de la población se habría puesto a dieta al ver que no les valía la talla que ellos creían que era la suya. También cabe señalar que siguen proliferando sin control las webs, canales de youtube y perfiles en redes pro- Ana y pro-Mía (que son los acrónimos de Anorexia y Bulimia)”.
Entre los TCAs cuya incidencia más se ha incrementado desde la pandemia se cuentan, además de la anorexia y la bulimia, el síndrome del atracón, el la fatorexia, el trastorno por rumiación y el de evitación, la ortorexia... “Todos tienen en común un factor de dismorfia corporal (no verse como uno es, sino distorsionado) y rasgos comunes con las adicciones (se acaba ‘enganchado’ al propio trastorno, a sus límites y ‘reglas’, que se sienten como forma de ‘ordenar’ la propia vida, más allá del objetivo que en principio se perseguía: siempre se quiere más porque el trastorno, que se inicia como herramienta para alcanzar un fin, acaba siendo un fin en sí mismo”, asegura Bajo.
¿Qué es el síndrome del atracón?
El síndrome del atracón, según se explica en la Guía de TACs del CEAP, implica ingestas excesivas, generalmente ‘a escondidas’. Llega a incidir sobremanera en las relaciones sociales, en el ámbito laboral generando aislamiento. Puede llegar a provocar obesidad, diabetes tipo 2, reflujo gastroesofágico o enfermedades cardiorespiratorias.Una de sus derivaciones (con gran incidencia) es el Síndrome del comedor nocturno que presenta los mismo síntomas, pero con una temporalidad específica: se da siempre por la noche o de madrugada y tiene relación con problemas de sueño.
Entre sus señales de alarma: aumento de peso importante por atracones reiterados que implican consumo muy elevado de alimentos ‘consuelo’, normalmente hipercalóricos (galletas, chocolate...), en un intervalo corto de tiempo y acompañado por sensación de pérdida de control y sentimiento de culpa tras la ingesta. A diferencia de la bulimia, en el síndrome del atracón no hay conductas compensatorias o de purga.
En su tratamiento, además de psicoterapia, recomendada en todos los TCAs, a nivel psiquiátrico los fármacos empleados para TDA y TDAH han demostrado funcionar en ciertos casos de trastorno por atracón.
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