Amaya Manrique (experta en nutrición):"Deberíamos valorar al intestino como el segundo cerebro del cuerpo"
Consideramos al intestino el segundo cerebro porque está compuesto por más de 100 millones de neuronas, componiendo así un propio sistema nervioso independiente llamado sistema nervioso entérico. Este sistema nervioso no solo regula las funciones digestivas, sino que también interactúa directamente con el cerebro, influenciando emociones, comportamiento y salud general. Es por ello que la doctora Amaya Manrique, del área de Medicina Integrativa y Nutrición en TBC, reclama que el propósito más sano que podemos hacernos en 2025 es valorar el intestino como el segundo cerebro de nuestro cuerpo.
Otras son la dopamina y GABA, dos moléculas que influyen en el placer, la calma y la respuesta al estrés, por lo que un problema o inflamación intestinal puede llevar a una peor gestión emocional y del estrés.
Por todo ello, la nutricionista de The Beauty Concept, concluye que "el intestino no solo es responsable de la digestión, sino que actúa como un centro de control para nuestra salud emocional y mental. Su conexión directa con el cerebro, la producción de neurotransmisores y su independencia como sistema nervioso lo convierten en un verdadero “segundo cerebro”. Esto explica por qué cuidar del intestino tiene efectos tan profundos en cómo pensamos, sentimos y vivimos".
El sistema nervioso entérico controla todas las actividades del intestino, desde la digestión hasta los movimientos intestinales. Aunque está conectado al cerebro a través del nervio vago, puede funcionar de manera autónoma. Esto significa que el intestino puede tomar “decisiones” independientes, como ajustar la velocidad de la digestión o responder a estímulos externos (como el estrés) sin intervención directa del cerebro, explica Amaya Manrique.
Intestino, segundo cerebro del cuerpo
El intestino produce unas moléculas esenciales para el funcionamiento cerebral que reciben el nombre de neurotransmisores entre estos se incluyen la seratonina. Esta es la denominada hormona de la felicidad y aproximadamente el 90% de la serotonina del cuerpo, se produce en el intestino. Esto explica por qué problemas intestinales pueden afectar directamente el estado de ánimo y el bienestar emocional.Otras son la dopamina y GABA, dos moléculas que influyen en el placer, la calma y la respuesta al estrés, por lo que un problema o inflamación intestinal puede llevar a una peor gestión emocional y del estrés.
El cerebro y el intestino están conectados a través del nervio vago.Además, hay que tener en cuenta que el cerebro y el intestino están conectados y en comunicación constante gracias al nervio vago, que se origina en el tronco cerebral, cruza el pecho y llega hasta el abdomen. Esto permite que el cerebro afecte el intestino, algo que se ve claramente en cómo se altera la salud intestinal cuando tenemos picos de estrés. Al mismo tiempo, cuando hay una inflamación intestinal, es decir, un aumento de la permeabilidad disbiosis de la microbiota, el intestino envía señales y sustancias al cerebro que afectan a nuestro estado ánimo o claridad mental
El microbioma intestinal como regulador cerebral
El intestino alberga trillones de bacterias, las que forman la microbiota, que desempeñan un papel crítico en la comunicación con el cerebro. Estas bacterias producen metabolitos y neurotransmisores que afectan el cerebro. Al mismo tiempo, regulan la inflamación en el cuerpo y el cerebro, lo que puede influir en trastornos como ansiedad y depresión. Finalmente, ayudan a mantener la integridad de la barrera intestinal, evitando que sustancias nocivas entren a la sangre y afecten el sistema nervioso.¿Por qué el intestino es literalmente un “cerebro”?
El intestino se considera un cerebro por las siguientes razones:- Cantidad de neuronas: tiene millones de neuronas que lo hacen capaz de procesar información y generar respuestas, de manera similar al cerebro.
- Autonomía: puede operar de manera independiente, regulando la digestión y respondiendo a cambios en el entorno interno.
- Influencia en el cerebro principal: las señales que el intestino envía al cerebro pueden alterar el estado de ánimo, el comportamiento e incluso procesos cognitivos. Algunos ejemplos de su influencia son las famosas “mariposas en el estómago”, esa sensación de nervios proviene de la comunicación entre el intestino y el cerebro a través del nervio vago.
- Estrés y digestión: cuando estamos ansiosos, el intestino puede reaccionar con diarrea, náuseas o dolor.
- Disbiosis y salud mental: un desequilibrio en las bacterias intestinales puede contribuir a la depresión y la ansiedad.
Por todo ello, la nutricionista de The Beauty Concept, concluye que "el intestino no solo es responsable de la digestión, sino que actúa como un centro de control para nuestra salud emocional y mental. Su conexión directa con el cerebro, la producción de neurotransmisores y su independencia como sistema nervioso lo convierten en un verdadero “segundo cerebro”. Esto explica por qué cuidar del intestino tiene efectos tan profundos en cómo pensamos, sentimos y vivimos".
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