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¿Son efectivas las dietas genéticas?


La genética y sus aplicaciones en el ámbito de la salud son un tema de actualidad del que, aunque con cuentagotas, cada vez se va sabiendo más. Su vínculo con la nutrición no es novedoso y hoy día ya existen centros que diagnostican pautas alimentarias en función de los genes. Las investigaciones avalan estos descubrimientos y son noticia cada cierto tiempo. En un análisis reciente realizado por la Universidad de Stanford comprobó, por ejemplo, que los individuos que siguieron una dieta basada en resultados genéticos bajaron 2,5 veces más de peso que los que se decantaron por otro tipo de dietas. 
 
Qué son las dietas genéticas
 
 

Todo sobre las dietas genéticas

 
Los datos de las investigaciones tienden a corroborar estas teorías, y lo que sí se puede constatar según los expertos es que la genética tiene un papel importante en la nutrición. Así lo ha afirmado a clavesdemujer, Patricia Gómez Quiñones, del departamento de genética del Instituto Genética 23, empresa que también estará presente en la edición de Exposalud de este año. “La genética está relacionada con el metabolismodel cuerpo”, asevera, y gracias a ella se puede determinar quien tiene predisposición a adelgazar si sigue una dieta baja en carbohidratos o por el contrario a quien le conviene más una dieta sin apenas grasas si pretende quitarse unos kilos de más. “También ayuda a determinar de qué manera afectan a cada uno los distintos tipos de aceite, la intolerancia a la lactosa, de qué manera se tolera la cafeína, el cómo se perciben los sabores, que también influye, para qué ejercicio se está mejor dotado, etc.”.

Nuestro organismo está diseñado para recibir toda clase de nutrientes, pero la forma en que cada uno los asimila varía. La Organización Mundial de la Salud (OMS) defiende una dieta estándar para todo el mundo sano que se basa en la ingesta diaria de un 55 por ciento de hidratos de carbono, un 15 por ciento de proteínas y un 30 por ciento de grasas. “Sin embargo, se dan casos de personas que en su menú diario no deberían ingerir más del 20 por ciento de grasas, porque una cantidad mayor provoca que aumenten de peso, y consecuentemente han subir la ingesta de hidratos de carbono a un 65 por ciento. La diferencia consiste en que a igual número de calorías hay individuos que por su predisposición genética necesitan más de unos micronutrientes que de otros si no desean aumentar de peso”, aclara Gómez.
 
Evidentemente hay hechos comprobados que superan a cuestiones genéticas y está claro que una ingesta desmedida de grasas (no se recomienda superar el 38 por ciento), siempre llevará asociado un aumento de peso.

Medioambienten y dietas genéticas

El cuerpo se adapta genéticamente a todos los aspectos relacionados con su organismo. Una prueba de ello se encuentra en los esquimales. Este grupo poblacional ingiere gran cantidad de grasas saturadas y a pesar de ello no tiene problemas de colesterol alto como ocurre con la mayoría de la población occidental. En opinión de la genetista esto se debe a que su cuerpo se ha adaptado genéticamente a esta situación, aunque evidentemente en este caso el medioambiente ha jugado a favor. 
 
Este factor es decisivo también a la hora de hablar de los genes y la alimentación. Para que la genética de una especie cambie han de pasar muchas generaciones. “El problema de la sociedad actual es que desde un punto de vista de los genes aún estamos en la prehistoria, y ahora el modo de vida es radicalmente distinto al de entonces: antes había que cazar la comida, ahora se va al supermercado a comprarla. Con el tiempo, si no nos adaptamos al medioambiente, nuestros genes se verán afectados y habrá un incremento de algunas patologías como la diabetes”, pronostica la experta.
 
La ingesta calórica tendrá que irse reduciendo, ya que la movilidad de los seres humanos no es la misma que antaño, añade. Gómez cuenta también que la obesidad es hereditaria, esto es, los hijos de padres obesos tienen más probabilidades de tener este problema: “Hay un componente genético de la obesidad”. 
 
Ahora bien insiste en que la mayoría de los problemas de sobrepeso provienen de unos malos hábitos alimentarios. El ambiente familiar y la forma de comer son decisivos. “El inconveniente es que cuando una persona porta el gen de la obesidad siempre le va a resultar más complicado adelgazar a pesar de modificar sus hábitos que otra que no lo posea. Si alguien es obeso y carece de este gen, sólo con cambiar sus pautas alimentarias obtendrá resultados antes”.




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