Cada cierto tiempo saltan las alarmas respecto al uso de determinados aditivos en los alimentos que consumimos debido a cambios en la regulación o a la aparición de estudios que analizan sus efectos para la salud. Una de las últimas medidas en este sentido concierne a la utilización de determinadas sustancias que otorgan a algunos snacks como las patatas fritas el sabor a jamón o ahumado. Sin embargo, ¿debemos realmente preocuparnos? ¿Es seguro comer estos productos?
Aromatizantes 'de humo'
En este caso que ahora analizamos, hay que tener claro lo que ha sucedido. Tras una revisión, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha concluido que no va a renovar la autorización de ocho aromatizantes que se emplean en productos concretos para conferirles ese sabor característico a ahumado o jamón, son aditivos conocidos como “aromas de humo”. Por lo tanto, la norma afecta a los aromatizantes en sí y a los alimentos que los llevan, ya que no todos los que recurren a este sabor emplean estos aditivos concretos.
Así, lo que deberán hacer los fabricantes que los incorporen es modificar su formulación en el plazo que estipule la Comisión Europea.
El ahumado es un método utilizado tradicionalmente para ayudar a conservar ciertos alimentos.Desde la EFSA recuerdan que el ahumado es un método utilizado tradicionalmente para ayudar a conservar ciertos alimentos como el pescado, la carne y los productos lácteos. Este proceso además modifica el sabor de los alimentos.
Como alternativa al ahumado tradicional, se pueden añadir aromas de humo a los alimentos para darles un sabor ahumado. También pueden añadirse a alimentos que no se ahúman tradicionalmente (como sopas, salsas o productos de confitería). Los aromas de humo se producen mediante un proceso de combustión de madera llamado pirólisis.
¿Riesgos para la salud?
Ahora bien, por qué se ha tomado esta medida tan estricta: “Esta decisión se debe a un cambio en los criterios de seguridad: ahora, si no se puede garantizar completamente la seguridad de una sustancia, se opta por prohibirla en su totalidad. Este enfoque, conocido como principio de precaución, refuerza la seguridad alimentaria”, explica a Claves de Mujer, Raquel Alpiste Barahona, nutricionista de Clínica Dorsia Parla y Atocha.
La genotoxicidad es la capacidad de una sustancia de dañar el ADN de las células.Respecto a los ocho aromatizantes mencionados, las investigaciones realizadas por la EFSA concluyen que “basándose en las pruebas científicas disponibles, los expertos no han podido excluir los riesgos de genotoxicidad para ninguno de los ocho aromas de humo”.
La genotoxicidad es la capacidad de una sustancia de dañar el ADN de las células, originando efectos biológicos adversos. Según diversos factores entre los que se incluyen la genética y los hábitos alimentarios de cada persona, estos efectos perjudiciales pueden provocar mutaciones que incrementen el riesgo de desarrollar cáncer o enfermedades hereditarias.
En el caso de que tengamos dudas, y como hasta que se apruebe la legislación correspondiente no se sabrá si un producto etiquetado con “aromas de humo” contiene alguno de los aditivos revocados, la nutricionista de Clínicas Dorsia, aconseja que “si prefieres ser cauteloso, podrías evitar estos productos hasta que se aclare la situación. En cambio, si el producto ha sido ahumado de manera tradicional, no hay motivo de preocupación, ya que esto se especifica en la etiqueta”.
Si prefieres ser cauteloso, podrías evitar estos productos hasta que se aclare la situación.
Por otro lado, algunos fabricantes ya se han manifestado al respecto, como es el caso de Pepsico, que fabrica patatas fritas con este sabor y que según declaraciones al periódico Libre Mercado, ya hace tiempo que cambiaron la receta y “no utilizan los aromatizantes que ha prohibido la CE y que por este motivo no tienen nada que cambiar”.
La polémica del uso de aditivos
Lo cierto es que este tipo de informaciones provoca desconcierto entre los consumidores, que ya dudan hasta qué punto lo que consume es perjudicial para la salud. Según explican desde la Asesoría y Consultoría Sanitaria, Aconsa, “la creencia de que los alimentos sin aditivos son más saludables no tiene una base científica sólida y uniforme. Los aditivos en los alimentos están regulados por la Unión Europea, de manera que los que encontramos en la comida son seguros para el consumo humano. Hay un listado de los que están permitidos y sus cantidades, y su presencia debe ser informada en la lista de ingredientes”.
Desde el punto de vista de Raquel Alpiste, “la aparición de noticias como esta puede aumentar el miedo hacia los aditivos, conocido como “quimiofobia”, todos los aditivos aprobados en Europa pasan por exhaustivos estudios y procesos de evaluación antes de su autorización. Además, se someten a reevaluaciones periódicas para asegurar su seguridad, como ha ocurrido en este caso con los aromas de humo”.
Los aditivos cumplen un rol crucial en la industria alimentaria.
“La finalidad de los aditivos alimentarios es mejorar el sabor, la
textura y la apariencia de los alimentos y prolongar su vida útil.
Además de emplearse en productos alimenticios procesados, se usan en
frescos. Es difícil encontrar alimentos sin aditivos, ya que se utilizan
para cumplir con las exigencias de los consumidores en cuanto a la calidad de los alimentos”.
Asegura que sin duda lo ideal es consumir alimentos frescos siempre que sea posible, pero insiste en que “los aditivos cumplen un rol crucial en la industria alimentaria al hacer los productos más seguros y estables. Estos avances nos permiten disfrutar de alimentos con una vida útil prolongada, facilitando nuestra vida diaria”.
“No todos los aditivos tienen la misma función. Algunos, conocidos como “aditivos cosméticos”, como el glutamato, colorantes y saborizantes, se utilizan para mejorar el sabor y el aspecto de los productos”.
Equilibrio nutricional
En general, una dieta rica en alimentos sin procesar, baja en azúcares añadidos y grasas saludables se considera más saludable, independientemente de la presencia o no de aditivos alimentarios, aclaran desde Acosan.
Para la nutricionista, el equilibrio en la alimentación se obtiene al priorizar alimentos frescos y no envasados, como frutas y verduras, que son claramente saludables. “Si el tiempo es un problema, podemos optar por productos con pocos ingredientes y aditivos, como verduras congeladas o en conserva, que son prácticos y saludables. Por otro lado, es recomendable consumir de forma más esporádica y cuanto menos mejor aquellos productos que contengan una larga lista de “aditivos cosméticos”, ya que suelen ser los productos menos interesantes a nivel nutricional”.
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