¿Qué tienen el chocolate, los snacks, los dulces, la "comida basura", que tanto enganchan? Muchos de estos alimentos tienen un componente psicosocial muy alto, pues generalmente se consumen en entornos o situaciones relacionados con el bienestar. De hecho, la mayoría están presentes en celebraciones, fiestas, cumpleaños, eventos, etc. Y en ocasiones su consumo se vincula a un premio o un regalo especial que hacemos a nuestro cuerpo porque nos lo merecemos. Este es uno de los motivos que esgrimen los expertos para explicar el "poder adictivo" de algunos alimentos. Sin embargo, puede haber más razones. Algunos de ellos poseen ciertas sustancias que actúan sobre la función cerebral volviéndoles irresistibles casi de una manera innata.
Dulces que enganchan
A continuación analizamos cada dulce y el motivo de por qué generan adicción:
El chocolate por ejemplo tiene una sustancia llamada teobramina que es responsable de su acción estimulante y que activa determinados neurotransmisores cerebrales. No obstante, algunos nutricionistas aseguran que las cantidades de este componente y de otros que podrían "condicionar el cerebro" son más bien escasas, de modo que el poder adictivo del mismo puede encontrarse simple y llanamente en su textura, su sabor y la sensación agradable que produce al degustarlo en el paladar.
Café
La cafeína es otra sustancia que ejerce cierta manipulación en nuestro cerebro, por eso el café y aquellas bebidas que la contienen suelen enganchar más que otras.
Snacks
Algunos snacks incorporan un potenciador del sabor que los hace tremendamente adictivos como el glutamato monosódico. Estudios concretos avalan que esta sustancia estimula el apetito pues provoca la relajación de los mecanismos inhibidores del mismo.
Dulces
En cuanto a los dulces, los entendidos aseguran que una ingesta importante de azúcar supone un sensación leve de bienestar debido a la secreción de insulina generada por el organismo, pero esta "alegría" es pasajera, tornándose enseguida en un decaimiento que provoca la reacción de nuestro cerebro pidiéndonos de nuevo más de lo mismo para sentirnos bien. De ahí, la adicción generada por los dulces.
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